domingo, 29 de noviembre de 2009

First Squad: The Moment of Truth


Hoy toca resumencillo, tras acabar con el infame libro de Popper, no del mismo, sino de una película que vi hace unas semanas pero que con motivo de mi participación en la versión de Tanoshii me veo obligado a spamear por aquí. Una película del 4ºC Studio basado en la Rusia sovietista de la Segunda Guerra Mundial, que tanto gusta por muchos lares, incluido el fansub de los divertidos.

De qué trata la cosa esta: pues una muchachita que ha sufrido las vicisitudes de la guerra se topa con que tiene que evitar que unos fantasmas invocados por los nazis se venguen del pueblo ruso por lo que les sucedió hace 700 años (al más puro estilo Alexander Nevski, pero sin relación alguna). Así que, contando con que pertenece a la Sexta División, que trajina con movidas de espiritimo y demás paranormalidades ikerjimenezcas, ha de luchar por la victoria del bando "de los buenos". Guachi, ¿verdad? Pues más mola la versión extendida con todo ese personal contratado para soltar esas tonterías en mitad del metraje, a modo de especificativos en mitad de una oración.

Curioso además ver su discurso teleológico y bastante historicista, que no histórico. Pero vamos, efecto Malditos Bastardos. Más o menos sigue ese rollo: basado en el momento histórico, uso de paranormalidades para vender y dar morboa quien le guste relacionar ambos temas y demás cosas del palo. En el fondo, la cosa podría estar mejor, pero dejando ese precioso cliffhanger al final, quién sabe, lo mismo dentro de unos años. Destacar que la peli está doblada en ruso para darle más morbo al asunto, aunque alguna gente lo acusará como contextualización, así que bueh.

Faltaría más que el nene, tras cursar Historia de Rusia el año pasado, se quedara meramente en lo superficial del metraje. Como ya se ha comentado, es algo basado en la Segunda Guerra Mundial, ese periodo por el que la gente suele excitarse y enfrikarse por el mero hecho de que han visto un par de películas (Salvad al soldado Ryan y Enemigo a las puertas principalmente y más recientemente) o han jugado a algún juego relacionado (sagas como Call of Duty, Medal of Honor, Company of Heroes, Commandos y del palo). Así, la gente se cree de una forma muy frankmilleresca lo que no debería asumirse así, a través de una ideologización considerable del mismo acontecimiento por parte de potencias interesadas en mantener así su estatus con ello. Y la gente pica. No, no estoy haciendo apología del nazismo (¡ni mucho menos!) sino simplemente advirtiendo de algo que he visto muy presente, que es el fijarse prioritariamente en la épica y la emoción de la guerra y tal. Partamos de la primera premisa: las guerras son todas una mierda, donde no salen vencedores, sólo víctimas (de todo tipo) y dejan en una situación deleznable al panorama internacional en general, y más concretamente sobre a los que ha incidido directamente. Una putada en toda regla. Sigo sin comprender qué morbo (no me lo explico de otra forma) le ve la gente a eso de cuatro tíos con metralletas inflitrándose en un base enemiga y pasando a cuchillo a gente que le ha pillado por las razones que sea en una situación que lo mismo ni siquiera les importaba porque tenían otras cosas en mentes y por culpa de los positivistas de sus dirigentes, han acabado en una situación inexplicable. Tendencias generalizadoras de nuevo, ¿o entramos en el debate de si generalizamos o especificamos? Bien está analizar estrategias militares, conocer el armamento y equipo de los soldados, las consecuencias del conflicto... ¿pero qué tiene vanagloriarse de disfrutar de la destrucción y la muerte? Me recuerda a un sujeto que antes de la guerra cantaba a los cuatro vientos un gracioso "¡abajo la inteligencia, arriba la muerte!" ante nuestro querido Unamuno, el cual acabó saliendo escoltado del recinto tras el fervor despertado por la muchedumbre falangista que vio cómo replicaba al discurso anterior con toda su sorna y razón. Es lo de siempre, verle el lado malo a las cosas antes que sacarle la moraleja. Hay que exprimir un poco más las neuronas. No expongo aquí que sea antital o anticual, sino más bien la incredulidad que me produce ver el éxito que ha tenido algo que debería mantenerse como un mal recuerdo como algo digno de recreación constante y con alicientes. Olvidar no se ha, pero todo tiene un límite, y sinceramente, no me gusta nada el cariz que toma este asunto en concreto y en general. Estamos en una sociedad muy bélica y de una tendencia regresionista a la ideología del XIX que abruma y me acojona. Aparte de que vaya usted a saber de dónde se documentan al respecto de todos estos sucesos, que hay escrita mucha, pero que mucha literatura que contribuye además a esto, no sólo difundida por internet, sino novelada por doquier en todo tipo de publicaciones. Y siempre vende. En fin, en otro momento me dará por volver a estos temas que ahora abordo, porque sinceramente, creo que es algo de lo que se debería hablar y tener más presente para evitarlo en su medida de lo posible, o al menos, darle un giro a la visión que se tiene de ello.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Viaje a Madrid: Museo de América 20/11-21/11


Bueno, ahora que pillo un ratillo para escribir (en realidad he tenido más, pero la pereza me ha podido) pues expongo acontecimientos recientes e irrelevantes de mi vida diaria. Pues este pasado fin de semana fui con la asignatura de Arte Prehispánico a Madrid a ver el museo de América. Es raro, paso por la capital española con relativa bastante frecuencia (dos o tres veces al año, dependiendo de la coyuntura, y por periodos de hasta dos semanas) y nunca había visitado este museo. Y la verdad, llegados a este punto, me alegro de que así haya sido, pues en esta primera visita he podido disfrutar de una magnífica colección de arte prehispánico de América que me ha permitido pasármelo en grande en un museo. Hacía bastante que no me lo pasaba tan bien (cosas de tener la fortuna de poder visitar un par de veces al año el Prado) en un museo. Ahora explicaré por qué, primero los pormenores.

Bueno, el caso es que aprovechando esta asignatura (bendita LCE) preparé el macuto tras una práctica más prolongada de la cuenta de arqueología (con la correspondiente bronca de mi madre) y partimos hacia la ciudad del señor Gallardón. Allí me hospedé en casa de mis tías, a las que desde aquí mando un saludo y agradezco de nuevo su amabilidad (y ese Halperin guapetón que me costearon y que algún día os reseñaré). Haciendo noche con la tarde libre que nos dejaron, pues aproveché (poco acertadamente) para recuperar algo de horas de sueño. Así que a la mañana siguiente tocaba irse al edificio que pilla por la zona de Moncloa y darle un buen repaso a su colección.

Resaltar que al decir maravillosa, me quedo algo corto. Simplemente, me encantó todo lo que tenían allí: etnografía, cerámica (destacar la mochica por sus particularidades y la nazca por su acojonante acabado y decoración), elementos varios, una exposición de tejidos y las reproducciones facsímiles de un códice maya y el mexica de Tudela (que, además, un estudiante de la Escuela de Antropología e Historia de México nos comentó a un pequeño grupo de rezagados que queríamos saber un poco más sobre la cultura azteca). Salí absolutamente anodadado, pero porque me encantan estas cosas. Ahí arriba me podéis ver al lado de una estatua de algún bichejo mitológico maya (si es que se reconoce algo, porque el bicho estaba un poco corroído). Luego a destacar, una urna funeraria maya y la cabecita de piedra verdosa de un dios olmeca. Soy un puto friki de lo mejicano, lo reconozco, y por eso os dejo aquí una piedra del sol con las cinco épocas y el calendario mesomaericano. A disfrutarlo sanamente, aunque disculpad la mala calidad de las fotos (cosas de que no dejasen echarlas con flash y tenga un pulso tan rancio, de ahí que las fotos de la cerámica nazca no hayan salido como esperaba, pero siempre os quedará vuestro buen amigo el Google).

Bueno, resaltar que se notó un poco (al menos yo lo noté) que era uno de los primeros viajes que hacía con una clase de estudiantes de arte, ya que no iba con mucho conocido en el viaje, aunque siempre se puede trabar algo de relación (en especial, en el largo viaje en autobús), pero bueno, al menos íbamos ahí un par de aprendices del CEAB, así que... ¡bastetanos al poder!

domingo, 1 de noviembre de 2009

Filosofía de la Historia: proyecto de relectura

Al son de la hermosa música que genera la compositora japonesa Yoko Kanno me dispongo a redactar otra reseña más de una de esas lecturas obligatorias de las que me mandan en la facultad. En esta ocasión, es el fantabuloso libro de la asignatura Métodos y técnicas de investigación histórica, esa preciosa y maravillosa asignatura que nos obliga a debatir sobre la percepción de la realidad a través de la perspectiva de la ciencia positivista y sobre su significado y repercusión. Sí, somos gente muy propensa a pensar en cosas desfasadas (no sé qué esperar de unos estudiantes de historia aplicados...). En fin, ralladas aparte, la verdad es que yo he venido aquí a hablar de este libro, cuyo título a priori es, a lo sumo, sugerente a su manera a la par que, en cierto modo, acongojante por los dos sustantivos que lo componen.

Y es que ciertamente, este libro va sobre... bueno, difícilmente podría hablar de lo que va, ya que es una de esas lecturas que uno hace con una cierta base al respecto de la historia del pensamiento contemporáneo y con considerable conocimiento sobre la intelectualidad europea de dicha época, especialmente de las distintas tendencias no ya historiográficas sino corrientes del pensamiento más variado. Por eso he decir que, aparte de ser una lectura dura de por sí, me ha superado esta vez y no he logrado captar toda su esencia. Aun así, ha habido momentos de auténtica inspiración lectora que he disfrutado, pero han sido los menos, ya que las lagunas que este texto podría despejarme siguen, en su mayoría, patentes en mi mente. Así que nada, tocará replantearlo para la próxima, pues una lectura tan densa a estas alturas supone un esfuerzo considerable de atención y reflexión, cosa que en soporíferas sesiones de lectura no he conseguido afianzar. Por eso he de decir que no me he neterado apenas de nada de lo que he leído.

Un párrafo entero para replantearme el volver a leerlo y tratar de hincarle el diente de una manera mejor y con más devocióm, porque esta lectura no es recomendable así a priori, pero sí a un considerable posteriori, porque... joder, qué cosa de libro. Es árido como él solo, pero instructivo. Y eso le hace una lectura bastante seca y con demasiado depósito de información, aparte de estar escrito por un filósofo que lo que hace es acusar más su perspectiva de conocimiento hacia este enfoque, resultándome un poco más desorientado hacia mis principales percepciones de interpretación y comprensión.

Bueno, intentando hacer una recapitulación, pues podría decirse que trata sobre distintas perspectivas que se han tenido desde diversos autores y planteamientos ideológicos a lo largo de la contemporaneidad de eso que se llama Historia. Más bien, una evolución de la ciencia de investigación e interpretación de la historia, desde posturas historicistas a los debates más recientes del posmodernismo pasando por perspectivas marxistas y diversas críticas fundamentales a las corrientes ya superadas o en fase de superación. Se habla de varios autores (de influencia marxista sobre todo) que suponen una renovación de las miradas al pasado y a su forma de estudiarlas, con una orientación más tendente a la teoría que a otra cosa.

En fin un libro chungo a fin de cuentas para una asignatura bastante... particular. En especial por su planteamiento y en definitiva por su contenido. A ver qué tal se da el comentario...