domingo, 24 de enero de 2010

Tratado contra el Método: Feyerabend vs el mundo

En mala hora me decanté, tras varios intentos, coger a este sujeto como lectura de la asignatura de Métodos y técnicas de investigación histórica. Aunque total, ¿qué me hubieran deparado otros como Kuhn, Chalmers o Popper (de este último también he leído algo, es un cáncer)? Dentro de la pedantería que les caracteriza, estos autores machacan la historia de la ciencia a su antojo, reformando la forma de verla (que si paradigmas, aximas, terceros mundos...) y más que crear una disciplina u orientación ontológica propia, se recrean más, o al menos esa sensación me da, en machacar lo que es contrario. Claro, que si nos damos cuenta, como se cambia de paradigma/axioma científico precisamente es así, criticando lo anterior, a partir de lo cual se generará una forma de pensar nueva. Y así va el mundo, todos nos echamos mierda a todos.

Dejemos de divagar, aunque esto no irá de otra cosa. El caso es que he sufrido lo indecible consumiendo este libro. Y sinceramente, para todo lo que tenía que decir, casi que me quedo con la poliopía de Kepler. Criticar el modelo científico a través del estudio de la influencia en Galileo de las teorías de Copérnico es algo bastante doloroso para los poco entendidos (servidor inclusive). Ahora, supongo que mirándolo con algo más de base y desde una perspectiva antiacadémica posmoderna, se puede apreciar bastante la crítica al neopositivismo a partir de esos postulados. Ahora bien, un cafre que no tiene ni puta idea de eso como yo... ¿qué pretende sonsacarle?

Vayamos al quid de la cuestión, que como me enrolle tratando de entender la primera parte del libro nos pueden dar las uvas y conseguiría hacer otro tocho infumable. Resulta que la primera parte simplemente pretende justificar la argumentación que nos brinda: una crítica al ordenamiento de la ciencia. Espera... ¿el tío lo único a lo que se ha dedicado es a soltar una interpretación de la perspectiva de Galileo para acabar metiendo baza contra la ordenación de la ciencia? Pues sí. Un antirracionalista convencido que le ha cantado las cuarenta bien cantadas al orden científico institucionalizado. Y lo ha hecho a partir de la incomensurabilidad del lenguaje en la ciencia (algo así como que no se pueden comparar dos teorías en una misma lengua porque no dicen entonces lo mismo: vamos, que viene a justificar que las traducciones cambian el significado de las oraciones al adaptar de una lengua a otra lo dicho). Una conclusión en principio interesante, que pensada en frío puede dar mucho de lo que hablar.

Pasemos a otro punto: la ciencia neopositiva está institucionalizada. Y la posmodernidad quiere rescatarnos. Válgame el cielo, no sé qué es peor. La vertiente de este caballero que se metió en las SS porque le gustaba el uniforme plantea el anarquismo epistemológico (vamos, casi que sería anular el método, conocido como nomenclatura/orden/etcétera en la ciencia para dejarla a su aire). Lo que pretende es desvincular de la interpretación y el entendimiento humano la ciencia, o más bien, los sucesos y la forma en la que pasan las cosas, prescindiendo de una forma de clasificarla. O sea, deshacernos de la nomenclatura de los fenómenos. O al menos, es lo que yo he entendido al respecto. Cierto es que postula esto refiriéndose a la corrupción institucionalizada que ha logrado la ciencia en la realidad contemporánea, su mitificación. De ahí que propugne la simpática separación "ciencia-Estado", al igual que otros teóricos postularon en su momento la separación "Iglesia-Estado". Esto es complicado y yo no sé explicarlo, así que lo mismo estamos buscándole demasiadas patas al gato. Pero lo que viene a hacer sobre todo es a frustrarme por su tendencia anticlasificatoria, ya que tengo la etiqueta de teórico muy aferrada a la frente y poco puedo hacer por quitármela.

En general lo que vengo a decir es que tengáis ojito con la posmodernidad, puede derribaros los esquemas de una forma muy poco sutil. A mí me lo está haciendo a través de una influencia antiinstitucional considerable y de un fomento de mi perspectiva crítica bastante acusado. Vamos, lo que viene a ser una disconformidad casi enfermiza hacia dónde están yendo los tiros en esto de la ciencia, tanto humanas/sociales como naturales. Así que nada, a fomentar el espíritu crítico para saber que no es oro todo lo que reluce por muy bonito que te lo pinten. Y vuelvo a incidir, tened cuidado con la sombra de Popper, pues es muy, pero que muy alargada...

viernes, 22 de enero de 2010

Crónicas de la estancia en la pérfida Albi... quiero decir, Londres (14-17/01/2010)


Ya iba tocando. Después de haber pasado unos diíllas allá por Londres, la capital del país europeo menos europeizado (si es que se puede considerar eurpeo siquiera) pues tocaba hacer acopio de material, recopilar las cuatro fotos que mereciesen la pena y soltarlas por aquí. Y para empezar, qué mejor que un "fotomontaje" para dar rienda suelta de nuevo a mi vena artística y parecer más falso que Popper justificando la ciencia en cuanto a mis devenires por el país del Fish & Chips.

En definitiva, me dio un venazo monumental este año y me cogí la asignatura optativa de Historia del arte (bendita LCE) Arte prehispánico. ¿De qué va la cosa esta? Pues de qué va a ir... ¡Mesoamérica antes de la conquista! Pues resulta que se ha normalizado un viaje a Londres en esta asignatura para todos los años en unas fechas que suelen ser un poco estresantes para los alumnos, por lo que viene bien desintoxicarse de la rutina y escaquearse a conocer gente a la capital del Imperio Británico. Así que tras prepararlo todo marchamos una mañana a Málaga y desde allí volamos rumbo al islote. El recibimiento parecía augurar una estancia bastante fresca, el aeropuerto y sus inmediaciones yacían cubiertas de nieve. Así que el viaje en autobús hacia el hotel se caracterizó por ver el idílico paisaje de una tierra inhóspita nevada. Y entre la nieve, pude vislumbrar a un zorrito. En fin, descargamos en el hotel (previo encender la tele para ver la versión inglesa de "El rival más débil" e iniciar los memes londinenses con la expresión "Bank!") y dispusimos a salir a conocer el ambiente londinense, o sea, tirar para un pub a hincharse de birra. Dicho y hecho, así acabó la primera jornada del viaje.

A la mañana siguiente tocó elaborar un nuevo plan: British Museum por la mañana y National Gallery por la tarde. Paseíto de rigor por el centro de Londres (del que salió de la nada una maravillosa expresión totalmente espontánea de mi mente, "va a venir el Grutesco y se va a cagar en tu puta madre") y llegamos a ese maravilloso lugar en que se puede disfrutar de toda una experiencia denominable como "orgasmo cultural". Vamos, que tras un par de siglos recorriendo el mundo para llevarse y comprar todo lo llevable y comprable posible, hay que reconocer que la exposición de cosas, a pesar de ser una mísera parte del fondo total del museo, está de puta madre. Y eso que sólo vi una mínima parte. El caso es que disfruté como un enano en la parte asiria y en la maya (de la que dejo este interesante bichejo aquí). Además, la exposición temporal que había en estyos días correspondía a una serie de elementos mesoamericanos (esencialmente aztecas) que me hicieron gozar todavía más si cabe de dicha experiencia. Otras cosas que considero que me quedaron medio bien en la foto son esta familia egipcia y una foto del entablamento del Partenón. Comprar regalitos, comer, y para la National. La pinacoteca estaba también de puta madre: el matrimonio Arnolfini, la batalla de San Romano, obras de Velázquez, Rubens, Rembrandt, Van Gogh... (entre otros muchos). Otro orgasmo cultural, aparte de la cojonuda recolección de trastos barrocos de estética semanasantera que recopilaron en la exposición temporal de "lo sagrado hecho realidad", que simplemente por las obras de Alonso Cano, Martínez Montañés y Gregorio Fernández, merecía y mucho la pena. Tras esto, fotos de rigor en Trafalgar Square (no meé en la columna de Nelson... ¡imponía demasiado!) y hasta llegamos al parlamento, con el Big Ben y todo. Subiría fotos con Churchil, pero es que han salido como el culo (puta mierda de iluminación se gastan por ahí). Paseíto para ver que las abadías estaban cerradas y al parlamento ni nos molestamos en olisquear (olía demasiado a Lord inglés...).

El siguiebnte día empezamos por Portobello Road (¡quién no se acuerda de aquella escena de La bruja novata...!), donde nos dejamos los cuartos en diversas chorradas para la familia, amigos, etc. Así que como la intención era acercarse a ver Saint Paul y el Tate Modern Museum (museo de arte contemporáneo con tan reciente mala experiencia del Reina Sofía no podía augurar nada bueno...). El caso es que empezó a llover y cogimos el autobús. El autobús nos llevó hasta el British, y desde allí tocó andar mientras caían chuzos de punta. Total, llegamos empapados a la Tate y no pudimos subir a Saint Paul. Y la Tate... bueno, salvando la sala que sólo tenía carteles de propaganda soviética, hay que reconocerle que es un museo de arte contemporáneo más. En especial por las fastuosas obras audiovisuales de Paul McCarthy (si malo no recuerdo). En fin, que salimos de allí tan rápido como pudimos y para el hotel... y a cervecear de nuevo desde allí.

El domingo, el último día, paseíto con sol (sí, nos salió el sol en Londres... ¡tócate los cojones!) hacia los museos de Historia Natural y el de Artes Decorativas. En el primero estuvimos escasos minutos, pero dio tiempo suficiente a apreciar ciertas aberraciones contra natura en el escaparate de la tienda. Poco más, algunas fotos movidas de esqueletos, con Darwin y adiós muy buenas. Ahora, el museo de Artes Decorativas estaba bastante de lujo (salvo si en principio no nos hubiésemos perdido por la zona de platerías dieciochescas... ¡qué hosterada!). En fin, llegando a la zona de Japón, tocaba hacer la foto weaboo de rigor... No me siento orgulloso aunque no lo parezca. Total, a media mañana ya rondábamos para el hotel, descargando y para casita de vuelta.

Ahora bien, comento que mi experiencia con los aviones no fue muy traumática, a pesar de que en el viaje de ida hubo turbulencias. Bastantes, además. Pero en fin, me lo pasé de puta madre, desconecté, conocí a gente de arte cojonuda y, bueno, no me importaría repetir algún año de éstos la experiencia (más que nada, por una cuenta pendiente con lo que me falta del Birtish...). En fin, esto es todo por hoy. A ver cuándo me da por hacer algo interesante de nuevo y contarlo por aquí a mi manera, o sea, espantando al público lector. Nos vemos en posteriores entradas y, ¡carajo! Los universitarios poneos a estudiar, que son fechas y todavía seguro que quedan rescoldos calientes de cosas que no se han hecho... como es mi caso con el señor Feyerabend. Hala, buenas noches que me han dado las tantas escribiendo esto y mañana tengo a primera hora prácticas de paleografía.

lunes, 18 de enero de 2010

Reflexiones de retrete II: la inconmensurabilidad de la incompetencia

Como llevo cosa de un mes casi sin escribir algo en este tugurio falsacionista, me decanto por volver a vacilar de mis escasos conocimientos epistemológicos (que realmente no es más que un montón de ontología barata que no tiene nada en particular).

Me apetecería hablar de cualquier otra cosa, pero es que ando obsesionado con una cuestión que me planteó un compañero de clase esta mañana mientras bajábamos de ese lugar donde se supone que nos enseñan algo llamado universidad. El caso es que me preguntaba sobre el posicionamiento de el neoliberalismo en la teoría de la ciencia. Dándole un par de vueltas a la respuesta que le di, me percaté de que este término se acuña más desde una perspectiva económica o de teoría política más que de lo referente a la ciencia, más que nada porque no creo que tenga una cabida concreta, sino simplemente encuadrarse en una de las muchas teorías de la posmodernidad.

Yendo al grano, la cosa es que le respondí algo así como que el objetivo de dicha ideología era alcanzar la felicidad del individuo (como buen objetivo de una teoría heredera de la Ilustración) a través de la posesión de propiedad privada o bienes económicos o físicos. Vamos, quien más tiene más probabilidades tiene de ser feliz. Después lo replanteé como un objetivo económico o incluso político, y da más resultado que desde esa orientación que como objetivo de una ciencia (a no ser que sea la explícitamente económica, o al menos dentro de lo que es el capitalismo feroz con el que tenemos que lidiar a día de hoy).

El caso es que eso me recuerda que no estoy muy al día y, teniendo la oportunidad de ponerme a rajar de nuevo de la situación actual que vivimos en relación al terrible terremoto que ha sufrido Haití esta última semana, pues debería ponerme a leer algún periódico o informarme de alguna manera fiable de qué demonios ha pasado y cómo va la cosa para buscarle de nuevo los tres pies al gato o algo parecido, aparte de que queda curioso que el amigo Chávez salte ahora que la Playstation sea veneno capitalista.

Pues eso, que tengo que preparar un resumencillo sobre el viaje que he hecho este fin de semana a Londres, cortesía de los profesores de arte de la universidad. Que si no, nadie va a entender por qué va a venir el grutesco y se va a cagar en nuestra puta madre...