domingo, 20 de noviembre de 2011

La verdad sobre la democracia española (2011)

Ains, qué tiernos recuerdos de cuando lloriqueaba amargamente al sentirme completamente defraudado por los resultados electorales de hace tres años y pico. Ahora, más curtido y curado de espanto que antes, preveo claramente muchas otras cosas que antes, idealísticamente, obviaba en mis observaciones de campo. Ahora ya estoy más rodado y difícilmente algo me pilla por sorpresa en este tipo de cosas. ¿Y de qué cosas estamos hablando? Pues muy fácil, del funcionamiento tan risible que tiene nuestra democracia o, más concretamente, seudodiarquía grupal entre dos grandes potencias políticas que, como en tiempos de Cánovas, no representaban al conjunto de la población pero que permitían una suerte de danza en el poder que variaba según la coyuntura y la orientación de las influencias facciosas de los caciques. Una especie de ley no escrita pero que se cumple rigurosamente como si se le quisiera dar la voz al positivismo más petulante. Y así es. Mirad si no los resultados (y esta vez cito varias fuentes, cada una de ellas más tendenciosa que la anterior): RTVE, El País, El señor Estado.

Antecedentes claros y evidentes los vemos en las elecciones municipales de mayo. Aquí los peperos también arrasaron a un PSOE desgastado por la crisis y muy cuestionado por su forma de sobrellevarla. La ineficacia le ha pasado factura de una forma dramática, con su peor resultado electoral. Volviendo al paralelismo turnista, la crisis me recuerda a lo que pasó con Cuba, provocando el final político de un ya envejecido Práxedes Mateo Sagasta y dando paso a una de las etapas, a mi juicio, más interesantes de la historia de España. Todo eso hace más de un siglo y tras un intento reformista no muy bien parado y casi medio siglo de dictaduras a lo largo del siglo XX, en el XXI no hemos cambiado un ápice ni con casi una docena de años rodados del mismo. Para que luego suelten el tradicional "Spain is different". La debacle electoral del partido del turno de corte liberal, comúnmente calificado (y erróneamente desde 1974) como socialista, es más que obvia por su pésima gestión de la crisis, falta de liderazgo pero, sobre todo, por las disidencias internas y la fragmentación de la izquierda que se había ganado a su bando. Debido a que esta masa de población suele ser un poco más crítica (unos más, otros menos) que la de ideas fijas vinculada a la facción conservadora, su voto es oscilante en un porcentaje muchísimo mayor que el del otro grupo. Así vemos que han caído en casi cinco millones de votos con respecto a los pasados comicios. Es bastante explicable, debido en su mayoría al surgimiento de muchos micropartidos de corte alternativo que se han presentado más creo yo para castigar al PSOE que para luchas viablemente contra la crisis. Porque ya se sabe: Europa manda, aunque sea subconscientemente. Y si Europa no se atreve a aplicar medidas a lo New Deal, bien podría ser que se tomen medidas en que se mantenga el statu quo de sus grandes patriarcas (como los bancos, grandes empresas y demás, que darwinistamente sobreviven a costa de los estratos inferiores de población incapaces de adaptarse a los tiempos que corren) y han de pagar los que en su mayoría no tienen nada que ver con sus juegos de poder. O sí, porque se lo permitimos en un primer momento: jugaban con nuestros ahorros, nos adoctrinaban por diversos medios (escuela, medios de comunicación, vida social... hay donde elegir). Nos imponían sus modas o un consejo de sociólogos bien pagados les decía cómo conseguir que la masa se comportase a su antojo como si de grupos totalitarios se tratase, pero de una forma más acomodada. No deja de ser una muerte dulce.

Se me está yendo mucho la cabeza. En fin, las lecciones que deberíamos repasar de hoy: las izquierdas se han comportado como deberían pero en el momento menos indicado. Al fin y al cabo, ha sido un precioso ejemplo de "divide y vencerás". Y es lo que ha pasado. Bien por no votar, bien por votar a otro de las muchas opciones viables o bien por mero descontento o rabieta transitoria de la que espero que se arrepientan, ha pasado lo que ha pasado. Entre eso y que la ley elecotral, la cual ya sabemos todos cómo funciona más o menos (o sea, preséntate a escala nacional y no te comas un rosco, preséntate por tu barrio y arrasa en el congreso), ha pasado lo que se venía venir. Y ahora a ver cómo se pasa esta legislatura que, recemos al dios mercado (¡qué mas nos queda!), haga que no llegue a durar sus cuatro añitos. Y colorín colorado, esta pesadilla no ha acabado.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Mahô Shôjo Madoka Magica


Bueno, con algo de delay como de costumbre, volvemos a la carga. Esta vez con doble excusa para dicho retraso: primero, por hablar ahora de la opus magna del estudio de animación SHAFT. Y segundo, después de mi recurrida excusa de hablar de series que hacemos con el fansub cuando las acabamos en vez de cuando las acabo de ver yo. ¿Formas de propaganda encubiertas? En principio no, postestructuralistamente quizás.

Creo que no hace falta presentar esta serie, pero en fin, para los que vivan debajo de una piedra. Madoka Kaname es una chica como otra cualquiera. Pero un día entra en su vida una especie de roedor paliducho que dice que, concediéndole un deseo, puede convertirla en chica mágica. Entonces es atacada por una bruja y viene una de estas chicas mágicas a salvar el día. Desde ese momento, Madoka también quiere luchar contra las malvadas brujas que atacan a la gente, pero Homura Akemi, una chica nueva que ha venido a su clase con pinta de tener muy malas pulgas, resulta ser otra de estas chicas mágicas y no quiere que se convierta en una de ellas. A partir de aquí, pasan cosas. Teniendo presente que Gen Urobochi es quien nos ha preparado esta historia, no podemos esperar que sean cosas muy halagüeñas. Es más, la historia es sin duda cruel y despiadada, muy tenebrosa, pero bastante atractiva. Poco más hay que contar sin destripar la serie, cosa que haré después.

Entremos en el análisis técnico-formal, esa cosa que tan horrorosamente mal se me da. Para empezar, vamos a decir una obviedad que nos ayudará a comprender muchas cosas: es una serie del estudio SHAFT, como ya mencioné anteriormente. Akiyuki Shinbo reitera la dirección de la serie, con su estilo característico de primeros planos con cabezas escorzadas y apuntes de cámara sumamente sugerentes. Gráficamente la iluminación, colores y efectos son también muy propios de lo que nos ha venido ofreciendo este estudio. El diseño de personajes de Aoki Ume (Hidamari Sketch, cuya serie de animación está también producida por SHAFT y cuenta ya con tres temporadas, un huevo de especiales y anunciada otra temproada más) contribuye a causar una impresión más chocante, ya que sus diseños son característicamente "muy monos" y tildados de "infantiloides" (Also, wideheads). La animación es muy característica también, introduciendo esos resultones elementos a modo de animación en slowmotion utilizando collage. Este efecto lo usaron ya en algunos momentos anteriores, como ciertos OPs de Sayonara Zetsubou Sensei. En definitiva, y a pesar de ser un trabajo original, el primero para el estudio de animación acostumbrado a adaptar series con un fuerte componente de comedia o recursos del moe, combina toda su experiencia de animación, siendo como una síntesis de sus años de trabajo, con una animación espectacular, muy fluida y con escenas sumamente sobrecogedoras. Y a destacar también la magnífica banda sonora compuesta por Yuki Kajiura, muy bien colocada además y con temas ciertamente memorables.

Dicho esto, pasemos a destripar otros asuntos. Sin duda, la reputación que se ha ganado dentro del mundillo la tiene más que merecida. Lo que se nos ha mostrado ha sido un valiente proyecto que ha tenido muy buen resultado y posiblemente mejor acogida. ¿Lo mejor de SHAFT? Viendo su expediente, así puede ser, pero aún tiene ahí un duro rival (al cual aún le deben una temporada más, que saldrá este invierno, y una película que se encuentra en preparación). Las razones del éxtio de Madoka quizás podamos achacarlas a varios factores. Sin duda, un punto fuerte es su "revisión que no revisiona" el género de chicas mágicas (Mahô Shôjo para los entendidos, Puella Magica para las que se las dan de guays y no tienen ni puta idea, y Magical Girls para los generalistas. Todo viene a ser lo mismo, sí). En este sentido, nos presenta una serie como bien podrían ser no tanto las típicas de "enemigo por semana" a lo Sailor Moon o las sagas de Pretty Cure. Es más una historia con tintes siniestros a lo MS Lyrical Nanoha, pero mucho más despiadada (y sin Nana Mizuki o Yukari Tamura en papeles protagonistas, cosa que le da cierto mérito, pero cuenta con algunas de las divas del estudio como Eri Kitamura, Emiri Katô o su verdadera estrella, Chiwa Saito, en el papel estelar de Homura. Y han terminado de encumbrar a Yûki Aoi, quien le ponía voz a la protagonista). Realmente, si apreciamos su historia, está muy bien contada. El señor Shinbo ha sabido aprovechar muy bien la historia de Gen Urobochi y la ha contado magníficamente, dejando unos momentos cumbre como los capítulos 3, 9 o 10. Sin duda, puntos de inflexión que no dejan indiferentes, realmente chocantes y de un efecto muy resultón en todo el fandom que se gestaba. Dicho y hecho: no sólo son grandes episodios técnicamente hablando, muy en la línea de sus anteriores trabajos, sino que han demostrado que no sólo valen para la comedia, que si tienen un trabajo "más serio" también lo pueden dejar resultonamente hecho.

Ahora bien, yo, como soy como soy, le tengo que tirar un poco de las orejas también. Reconozco que la serie me ha encantado, eso para empezar y sobre todo para reprochar. Ahora bien, ¿logrará el efecto que en sus años (hace ya más de treinta) logró Mobile Suit Gundam de revolucionar el mundillo con todo un plantel de dispositivos de merchandising y explotación de su propio éxito? La cosa ha cambiado mucho y esto mismo se hace hasta con la serie más insignificante: todo tipo de eventos y demás chorradas, como cafés temáticos o firmas para los fans del casting de voces, con encuentros, especiales en revistas de prestigio y un largo etcétera. Aun así, el que las ventas en el formato digital (BDs y DVDs) haya acompañado tan bien, rompiendo los records que Bakemonogatari ostentaba hasta la fecha, le dotan sin duda de un respaldo sin precedentes por parte del público. Y a este efecto le sumamos el reciente anuncio de tres largometrajes (dos recopilatorios y una historia inédita que, en teoría, continuará desarrollando la trama), como en su día hizo también la franquicia que actualmente ostenta la corona del merchandising animeril.

Ya entrando un poco en la percepción personal, yo espero que con el nuevo final que planteen dar no me dejen a medias tintas como ya lo hiciera la serie. O sea, hasta cierto punto quedé un tanto desencantado. Quizás influeyese el que la viera con todo el pescado ya vendido, cuando todo el fandom la había calificado poco menos que obra maestra, dotándola de un hype casi sin precedentes. Y algunos otros detalles menores que realmente no me convencieron en el último episodio (como la implícita predestinación de Sayaka o la conversión en ley universal, de las cuales yo mismo no soy demasiado amigo por deformación intelectual y profesional), pero bueno, nos mantenemos a la expectativa. Realmente, creo que no me puedo cortar en decir que mejor inicio no ha podido darnos la década que entra, con una serie que va a marcar un paradigma. Probablemente sea explotada largo y tendido, se pervierta y acabe con una serie en su línea cada equis tiempo. Es una posibilidad. También puede quedarse en lo proyectado, o bien pueden salir más mangas spin-off de dudosa calidad como los ya existentes. Pero ya está ahí, anunció un listón muy alto para este año, el cual está rompiendo un poco el mito de que en los últimos tiempos no se ha hecho buen anime (un mito que, como todos los demás, toca desmentir a toda costa y con razón). ¿La obra maestra de SHAFT? No me atrevería a mojarme tanto. En mi caso, aún no me he atrevido a ponerle un 10 a ninguna serie suya. Quizás será porque soy más tendente a disfrutar como un crío más que esta nueva estética imperante de "personajes monos haciendo cosas monas" (aunque sean dramáticas y a veces incluso espeluznantes) el shônen tradicional. O unos buenos argumentos, cosa sinceramente muy difícil de encontrar en un mercado en que predomina el recurso a ideas repetitivas y muy poco originales. Tampoco es que sea un soplo de aire fresco al género que representa, al menos yo no lo considero así, pero es un magnífico ejemplo del propio género en cómo hay que hacerlo. Y con eso es con lo que me voy a quedar. Y qué demonios, ¡que me quiten lo bailao!

En definitiva, la serie va a marcar época. O eso o SHAFT decidirá volver a superarse (o intentarlo) y reventar sus propias marcas. Esperemos que sí y que nos sigan ofreciendo cosas de moe que superen un poco el prejuicio inicialmente abierto de arquetipos recurrentes que resultan tremendamente anodinos e incluso ya cansinos. Así que cabe tener esperanzas, muchas esperanzas, en que en más a corto que a largo plazo, nos deleiten con otra obra de, al menos, la misma calidad que la que acabo de reseñar. Dicho esto, no me queda más que decir "hasta otra" a los pocos valientes que hayan podido con todas las cosas que he soltado y hayan llegado a este punto. Así que me despido con el típico "nos leemos" y esperemos nuevas reseñas, de lo que sea. Eso será señal de que sigo neuronalmente vivo y con inquietudes suficientes como para plantearme cuestiones hasta de lo que en apariencia pueda ser algo insignificante.