Me toca hacer el trabajito más jodido de la carrera (en realidad, el único en que te obligan a usar el coco para algo más que copiar y pegar) y ando con un pequeño cruce de cables que no me permite concentrarme. Será el influjo estelar del eclipse de luna del que podemos gozar hasta dentro de un rato. La cosa es que como no sé por dónde hincarle el diente a una comparativa de análisis discursivos, uno quejándose de la literatura histórica europea del siglo XIX, otro quejándose de la historiografía india del siglo XIX. Cuánto daño han hecho los estructuralistas en general y los postestructuralistas en particular.
En el primero nos topamos con un señor parece ser que falsamente acusado de formarse en las artes del análisis literario (por lo que se lee en Wikipedia, el tipo tiene bagaje formativo en historia) pero que aplica dicho análisis a las obras clásicas de la historiografía y pensamiento y filosofía de la historia en el siglo XIX: Croce, Marx, Ranke, Michelet y Burckhardt entre otros. Lo primero que llama la atención es que el tipo se dedica a aplicar tropología a la forma de contar y pensar la historia de una generación un tanto ya superada (como superadas están sus tesis, según afirma un profesor de la Universidad de la Laguna). Así pues, le niega el estatus científico a una gente que escribía historia... hace 150 años. Uno se puede hacer a la idea de que ya ha llovido desde entonces. Sobre todo con toda esa morralla debatística. Aunque claro, uno se pone a pensar sobre qué se entiende por ciencia y esas movidas y casi que le da por darle la razón a este tipo: se hace a veces un discurso que casi que llega a literario y con bastante poco rigor. Pero claro, en ese caso estamos hablando de un revisionismo árdidamente practicado por tendenciosas tendencias de corte patriota, liberalote y altamente conservaduroide (y de luteranos anchos de huesos). Bueno, el resto también inventamos (si es que a intuir se le puede llamar así). Aunque claro, de eso a decir que nos inventamos las cosas... Más bien yo lo llamaría hacer un guion adaptado de los acontecimientos y procesos históricos. Luego ya cada uno es libre de decir lo que quiera siempre y cuando tenga un cierto rigor para con la confianza que se otorga desde el gremio (más que desde la Academia, vayamos luego a que nos salgan esos diccionarios biográficos tan sugerentes elaborados por los partidarios de la beatificación de Doña Isabel la Católica).
El segundo casi casi que es repetirse un poco: quince años después de la publicación de lo que nos ofrece el sujeto anterior, aparece otro haciendo una revisión postcolonial con una categoría de análisis parecida pero que se centra en deconstruir un poquito más la historia colonial de la India. Sinceramente, le guardo un poco de aprecio ya que me sugirió algunas iniciativas que espero llevar a cabo próximamente en mis pesquisas investigativas (y posiblemente cuando me digne a visitar un archivo, tal y como me recomendó un poco por las malas una catedrática de la Complutense hace unos meses). Aquí entra un poco en la casificación de los textos tanto por su cercanía a los hechos relatados como por el partido que toma quien escribe, lo que le da un valor más interesante de enfoque, especialmente de todas esas nuevas historiografías que nacieron a la estela de la descolonización. Un texto interesante.
Como podréis apreciar, he omitido nombres y demás para evitarme posibles berenjenales. Aunque creo que los aludidos pueden darse como tales. En fin, esto no me ha abierto muchas puertas, así que tendré que ponerme manos a la obra antes de que den las doce y tenga que ponerme a responder felicitaciones a porrillo. Buenas noches y demás.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario