martes, 2 de marzo de 2010

Eurocentrismo y demás visiones economicistas del mundo

Estoy más aburrido que una ostra tras un largo día de diario. Y dale que te pego, como me frustra ya seguir jugando al pokémon, prefiero ponerme a hablar de algo que, sinceramente, no me apetece. Pero es lo que tiene que la CPU de la cafetera no dé para más.

En fin, siguiendo un eterno debate que he tenido y sigo teniendo con mis compañeros de clase, voy a dejar una serie de reflexiones y opiniones al respecto del fenómeno de la mundialización de la llamada cultura occidental. Suena apasionante y lo sé, pero en fin... a mí también me gustaría ver los últimos capítulos de To Aru Kagaku no Railgun tranquilamente, pero de donde no hay no se saca.

Entrando de lleno en esos aburridos cuentos chinos al respecto del origen del indoeuropeo como lengua, entramos en el ámbito de la credulidad de la gente. Y no me refiero a la capacidad de tragarse un bulo de la gente (aunque depende de cómo se mire...) sino de esos constructos sociales que la gente llama religiones. El motor de una persona que no sabe explicar el porqué de las cosas le hace llevar su imaginación a límites insospechados, creando toda clase de mitologías que acaba por asumir como verdaderas y válidas para dar sentido a todo esto. Luego después llamaría a eso ciencia, pero eso es otro tema (no me olvido de usted, señor Popper). El caso es que, por ésas o por otras, llegamos al mundo grecolatino, donde impera el precioso mundo de la conocida literatura clásica. Todos conocemos grosso modo las hazañas de Aquiles y Odiseo, la verborrea de Cicerón o la gloria imperial de la crónica de Tácito, e incluso el protopositivismo de Manetón. Todo eso es cuna de la civilización, o al menos así nos lo pretenden vender. Creérselo o no ya es cosa de cada cual, pero vamos... que sea pasado no quiere decir que sea origen.

Aceptaremos axiomáticamente pulpo como animal de compañía. Así que demos un salto cualitativo a la Revolución Francesa. Oh, qué bien, somos occidentales en tanto en cuanto estemos influenciados por el personalismo ciudadano francés. Vale, entonces lo dejaremos mejor: recreacionismo decimonónico inglés. Y sí, me he saltado el Renacimiento por la torera, pero es que quiero ir al grano. Todos sabemos que el poderoso caballero don Dinero tuvo una preciosa eclosión de amor para todos con el colonialismo. Y todos sabemos que el evolucionismo unilineal colapsó con las Guerras Mundiales. Así que vayámonos a la Guerra Fría para entender la generalización de la occidentalidad (aunque bueno, el colonialismo como tal se podría calificar como "el propagador de la civilización"... entendido dicho concepto desde la perspectiva que estamos tratando). Hasta aquí todo bien, ¿no? ¿Cuántos quedan ya? Es igual, sigo divagando.

Visto esto llegamos a que el mundo se polariza en dos bloques antagónicos de ¡oh sorpresa! Dos mentalidades derivadas del pensamiento filosófico y económico (social y político es subsidiario) de la entendida como sociedad occidental. Vale, ahora en teoría viene lo bueno. El mundo está polarizado en dos vertientes de pensamiento principalmente económico (razón de más para evidenciar que los intereses humanos poco han cambiado en toda su historia) que se entienden como generadas por personas herederas de una mentalidad de épocas distintas que han ecolsionado en doctrinas que, puestas en la práctica del tablero, han conseguido implantar a lo largo y ancho del mundo, siendo reproducido y degenerado en diversos ámbitos que, sincretizándose con las tradiciones culturales anteriores, han logrado llegar a un estadio de desarrollo singular y focalizado, generando muchas políticas en ese mundo de bloques. Así que, ¿podemos verlo como una aculturación al m´s puro estilo romanizante? Ahí planteamos las dudas que surgen al respecto.

Ya con la caída del sistema soviético (que no por ello la caída del comunismo, que incipientemente se sincretiza con el liberalismo económico más feroz para dar lugar a la aberración que nos plantea la economía de mercado salvaje de hoy) podemos llegar a una serie de conclusiones que se pueden deducir a bote pronto. Al menos, desde la postura que aquí expongo (la mía propia, con tendencia economicista tentando a la deconstrucción del constructo social cultural). Hemos llegado a un nivel de adaptación propio, en el que Europa sigue sintiéndose la cuna de lo occidental (cuando lo occidental le debe mucho a la "cuna civilizatoria" oriental y según otros, a un braudelismo canónico, aplicable y extendido a otros de lso considerados focos civilizatorios) cuando, viendo en frío aquel teleológico canon de "China > Mesopotamia > Gracia > Roma > Sacro Imperio Romano Germánico > Napoleón > Imperio Británico > EEUU > volvemos a China (esto está inventado así, algún día explicaré por qué y todos nos reiremos a carcajada viva), atisbamos que lo occidental se ha asumido en relación a la herencia clásica que ha devenido en el feroz capitalismo de hoy en día. Esto está a poco de cumplirse, tiempo al tiempo, a no ser que colapse de alguna manera que, desde mi forma de ver las cosas, no creo que llegue. Y no, no defiendo posturas teleoglógicas ni mucho mnos, sino modelos de comportamiento económicos que han salido de las migrañas de Ulises para volver a su anhelada Ítaca. Qué retorcida es la cultura occidental.

Bueno, después de exponer un cacao que no ha llegado a ninguna parte, me dispongo a retirarme, pues entre medias de escribir esto he tenido un colapso nervioso y he tenido que detenerme a subir de nivel a mis pokebichos. En fin, necesito arreglar el ordenador ya, volver a la rutina y terminar el librito de Duby que me saqué con la esperanza de leérmelo tranquilamente antes de que llegase el agobio del segundo cuatrimestre... pero éste ha resultado demasiado precoz. Y en dos semanas, salón del cómic. Tierra, trágame.

Si han quedado dudas, la Wikipedia sabe más que yo.