sábado, 20 de noviembre de 2010

Kaze no Tani no Nausicaä: postcolonialidad animada


Hace muchos años que tuve mi primer contacto con las películas del señor Hayao Miyazaki. Recuerdo que tenía recién comprada la cuarta entrega del coleccionable de El señor de los Anillos y andaba pintando los recién adquiridos guerreros uruk-hai que acompañaban a dicha entrega. Mientras los empezaba a manosear y pintar, mi hermano llegó con la cinta prestada de Mononoke Hime (La princesa Mononoke). Un averdadera maravilla de puesta en escena de recursos de animación y una trama magnífica, intensa y muy comprometida. Me maravillé al instante. Después seguí viendo algunas de sus películas de Ghibli (la maravillosa El viaje de Chihiro, Porco Rosso, El castillo ambulante...) como externas (Lupin III: el castillo de Cagliostro). Pero realmente todo se remonta a la infancia, como todo buen chaval de mi generación, que recordaremos aquella serie tan fantástica de un futuro muy lejano, que ya no se ve tan lejano, de Mirai Shônen Conan (Conan, el niño del futuro). Una verdadera puesta en escena de la incipiente genialidad y compromiso de este hombre que nos ha legado un verdadero espíritu crítico, posiblemente de los más rotundos que se encuentren en el mundillo de manganime.

Contactos posteriores me topé cuando visité París, en una de las exposiciones que más me han gustado de cuantas he visitado, una especialmente dedicada a dos auténticos genios del cómic internacional que, como mencionaré después, guardan mucha relación: Jean Giraud (Moebius) y el propio Miyazaki. Y más recientemente, he visto su corto musical At your mark (muy en su línea, magnífico) y el capítulo 155 de la segunda temporada de la animación de la obra de Monkey Punch Lupin III, titulado Farewell, dear Lupin. Todo ello, por supuesto, enromemente recomendable si se tiene la oportunidad de disfrutarlo.

Entrando ya un poco en boga del asunto, nos metemos de lleno en esta épica historia. Primero hablaré de la película de animación, la que dio lugar al nacimiento del estudio Ghibli, y posteriormente hablaré del manga, advirtiendo, claro está, de que habrá spoilers a porrillo. La película, estrenada en 1984, nos cuenta una historia más edulcorada que la originalmente concebida en el manga, con ciertas semejanzas pero a la vez con importantes diferencias que cuando revise ambos argumentos ya puntualizaré. El contexto es un mundo que, hace siglos, sufrió la devastación por una serie de grandes máquinas de guerra de una civilización anterior muy avanzada tecnológicamente que supuso la destrucción de la misma a cabusa de ello. Como el mundo quedó muy contaminado, comenzaron a aparecer grandes formaciones boscosas y nuevos animales como grandes insectos que mantenían al margen a los humanos por ser altamente tóxicas, las llamadas zonas contaminadas. Nausicaä es una chica que vive en el Valle del Viento, hija del rey Jiru, muy querida por su pueblo. Un día llega una nave del reino de Tormekia que choca contra el valle y en él se encuentra una princesa del reino de Pejite, que muere en el incidente, y una gran bola de carne en la cual se encuentra un dios de la guerra, de los que destruyó hacía siglos la civilización anterior. Así, al día siguiente llega un ejército de Tormekia que se hace con la plaza y se llevan a Nausicaä. Pero durante su traslado, las naves de Tormekia caen en una emboscada del príncipe Asbel de Pejite, que derriba sus naves, haciendo caer a Nausicaä y sus acompañantes a la zona contaminada, donde tendrá una gran revelación: los oms, unos grandes insectos cubiertos de un durísimo caparazón, se arremolinan para atacar a los humanos. Su misión a partir de ahora consistirá en mediar entre los humanos, testarudos y caprichosos, y los seres del bosque contaminado que quieren acabar con los humanos. Mucho simbolismo, buenos muy buenos, malos muy malos... Y final feliz.

El manga (publicado entre 1982 y 1994) es algo mucho, pero que mucho más elaborado que la ya de por sí fantástica película (que, todo sea dicho, resumir en dos horas todo lo que hay en el manga, la verdad es que sería tela de complicado). Formalmente tiene un estilo más europeo que japonés en cuanto a su estilo de dibujo, cargado de fuertes líneas de tinta que recuerdan más a autores de los ochenta europeos como Richard Corben o Jean Giraud/Moebius, aunque con una disposición de páginas muy serena, equilibrada y poco innovadora. En la misma situación de antes, pero con fuertes variaciones de guión y trasfondo de personajes, además de añadirle el factor de una segunda facción en discordia, el imperio de Durku, contra la que se enfrenta Tormekia, le dan una mayor versatilidad a la historia. Así, nos metemos de lleno en un conflicto más global, no a escala local como en la película, una guerra entre dos imperios cuyos intereses consisten en tener el control de todo el territorio, haciendo todo lo factible y jugando todas las cartas posibles para ello, en una guerra desoladora en la que todo vale, desgraciadamente para todos ellos. Así, Nausicaä entra de lleno en el conflicto con un papel relevante, pero más que nada, en segundo plano de su verdadera misión, una inverstigación sobre la zona contaminada y como mediadora entre los seres humanos y la naturaleza, y entre los primeros en sí. De animación, para ser de la época que es, está muy avanzada y muy cuidada, suavemente llevada, de un ritmo elegante y preciosista, es además acompañada por una maravillosa y acertada banda sonora compuesta por Joe Hisaishi.

Como ya he mencionado, la película es una versión edulcorada, bastante, de lo que es el manga, con escenas realmente despiadadas y muy crudas. Argumentalmente, aparte de centrarse mucho más en el conflicto bélico entre las dos potencias de Durku y Tormekia, nos introduce mucho más en los personajes secundarios, los cuales, en algunas ocasiones, quedan completamente transformados y ecplipsados en la película. Y en el trasfondo general de la obra, mucho más. La guerra intestina que se manifiesta y todo el constructo ideológico que se aprecia en Durku son sin duda dos de los aspectos más logrados dentro de los elementos a destacar de la obra. Y la aportación de todos esos elementos míticos del Daikaisho, los distintos credos y la visión mística de la civilización anterior le dan además un cierto interés antropológico. Pero sin duda, su plato fuerte es la violenta crítica a la acción del hombre sobre el medio, como efecto subsidiario del conflicto y como consecuencia general de sus acciones, destinadas a la autoextinción por tener una gestión muy inadecuada de todo el panorama a escala global.

Resumiendo, nos encontramos con una fuerte crítica a la guerra, al machismo de una cerrada sociedad falocrática con el rol de unas mujeres que llevan la batuta en el desarrollo de esta obra (y en general, de la mayoría de las de Miyazaki) y un alto componente de compromiso con el medio ambiente. Así pues, referido al alcance nocivo tanto a escala global como local, da un ejemplo de la crudeza de los enfrentamientos entre dos naciones, casi como una guerra mundial, con todo tipo de daños colaterales y de desarrollo de elementos muy nocivos tanto para las personas como para su medio. Y aun así, implica que el avance tecnológico y esa idea tan valorada que tenemos del progreso, si se lleva por donde se lleva, da de todo menos buenas sensaciones y, lo que es peor, buenos resultados. También es interesante, en su desenlace prácticamente, ver cómo los elementos de dualidad y las paradojas de las que se componen la vida se manifiestan claramente en muchos de sus aspectos. La existencia de la zona contaminada como el elemento purificador de la tierra que los seres humanos envenenaron pero que a la vez los intoxica y les obliga a mantenerse al margen de ellos nos expone que la naturaleza es sabia y sabe enmendar sus errores, y no se obceca ciegamente en mantener sus intereses. Es una tendencia al equilibrio natural de la que los hombres se pueden aprovechar y que sin lugar a dudas podría utilizarse en beneficio de todos y no como otro recurso más para fomentar desigualdades y favorecer a una minoría que se ha hecho con el control de los mismos.

En definitiva, tanto la película como el manga son sin duda dos obras maestras dentro de sus respectivos géneros. Pocos, poquísimos pueden conseguir transmitir todo lo que se transmite de una tacada en apenas sesenta capítulos luego condensados en dos horas de película que no alcanzan a ofrecer todo lo que ofrece en papel pero que aun así aporta mucho, muchísimo de lo que en el otro formato se ofrece. Comparativamente, me gustaría destacar una diferencia que creo muy, pero que muy fuerte entre película y manga que me reventó bastante a la hora de ver el film, y es el papel de la princesa de Tormekia, Kushana, que en el manga es sin duda uno de los mejores roles femeninos elaborados en este género por todo lo que simboliza y por ese trasfondo tan macabro a la vez que demostración de auténtica fortaleza. Me dejó bastante patidifuso a la hora de ver la película, pero bueno. En kíneas generales, debo decir que sin duda ésta es una de las obras cumbres e imprescindibles que todo aquel que se llame aficionado al género (o al menos, buen aficionado y con un interés importante por lo que son los grandes episodios de la misma) lo vea, pero sobre todo, que lo disfrute, que se emocione y que se maraville con uno de los mejores mangas, y por extensión merecida, comics que se han hecho hasta el momento. Sin desmerecer nunca a la película, que también aporta su granito de arena.

Pues esto es todo. La verdad es que me ha sorprendido mucho, más de lo que esperaba. Así que si tenéis oportunidad, pedidme el manga porque es algo difícil de equiparar con cualquier otro. Aunque claro, todo dependa de gustos, pero creo que por todo lo que es, cómo se narra y todo lo que significa, debe tenerse por encima de todo ello. Una aventura postapocalíptica épica, emocionante y sin duda, muy comprometida. Sin duda representa muchos de los valores que estamos perdiendo a marchas forzadas por la coyuntura que vivimos en este mundo que cada vez se sustenta más en su propia irracionalidad, y es aunque sea un ejemplo futurible que nos debería hacer reflexionar. En fin, nos leeremos en próximas entradas. Que os vaya bien a todos/as.

viernes, 19 de noviembre de 2010

We're talking about Tolkien

Hola buenas qué tal. Retomo la cosa esta más por vergüenza que por otra cosa. Acumulación de ideas y reseñas que se llama, más bien. Pero ni ganas ni tiempo de ponerme con ello un día. En fin, hoy nos toca hablar de un montón de terminología que he ido aprendiendo desde que me dio por juntarme con la gente de la STE (Sociedad Tolkein Española), concretamente en la smial (o sea, la reunión) de Granada, llamada Minas Tirith (por razones más que evidentes, o si no os suena, iros a Jesús del Valle, subid el monte y vislumbrad la imagen del Albaicín al atardecer) cuyo blog tengo en el apartado de enlaces/blogs de interés personal (el de gondorianos) donde se recopilan las actividades y talleres que se realizan en las actividades de dicha smial.

Pues desde una vertiente bastante variada, se aborda una visión de estudio de lo que viene a ser la obra de Tolkien y sus inspiraciones e influencias, entre otros aportes más lúdicos. En definitiva, dedicación al análisis de todo lo que está relacionado con Tolkein y su mundo elaborado, desde lo más profundo de su filosofía hasta el más simple de los juegos, pasando por actividades de senderismo en la montaña y lecturas de todo tipo. Y precisamente de lo primero que he comentado será en lo que me centraré. Tenemos la verdadera suerte de convivir con Eduardo Segura, un verdadero especialista en la figura del profesor de Oxford, que dedica su trabajo al análisis de la obra y vida dde Tolkien desde una perspectiva literaria, filosófica y biográfica (es autor, entre otros, de El mago de las palabras, biografía del susoc¡dicho que amablemente me firmó hace unos meses a pesar de haberlo leído hace unos siete u ocho años durante la ESO).

Así, mi interés por la obra de este sudafricano afincado en la Gran Bretaña aumentó, hasta tal punto de ponerme a hacer algo que ya había descartado por esa horrible vertiente neopositiva que inundaba mi mente hace escasos años, leerme su obra magna: El señor de los anillos. El redescubrimiento de esta obra es sin duda uno de los acontecimientos más interesantes de mi vida reciente (a pesar de que ahora lo tengo bastante estancado por razones de fuerza mayor y no tan mayor). Pero gracias a ello tengo una nueva fe en lo que es leer algo más aparte del género ensayo. Según Tolkien, esta obra es la traducción de unos textos anglosajones escritos por el cronista Aelfwine (en anglosajón, "el amigo de los elfos") que narraba la historia de unos tiempos anteriores en los que se desarrolló un curioso proceso histórico (por utilizar una terminología técnica de mi deformación profesional y seguramente bastante poco acertada) que dio lugar a la narración que aquí se nos presenta.

Visto de esta manera, abordaremos a partir de aquí todo eso que me llamó poderosamente la atención, como el concepto de subreación, de fe secundaria y otros cuantos más. Basándonos en unos importantes principios teóricos referidos a la literatura y la filosofía principalmente, tenemos que tener presente siempre que lo más destacado es el mantenimiento siempre de una coherencia interna entre todos los elementos que componen la obra mítica de Tolkien. El desarrollo de una historia y una crónica de esa historia fundamentada en los idiomas que iba inventando no ofrece más que un destacado ejemplo de cuán genial llegaba a ser este hombre. La base fundamental de toda su obra es mantener esa interconexión toponímica y filológica, sobre todo de nombres. Así, el elemento fundamental que debe dar consistencia a la obra es el de creerse su propia invención para que todo encaje como si se tratase de un pentominó. De esto pasamos al concepto de subcreación, de vital importancia. Pasado por un filtro cristiano, la subcreación consiste en un nivel inferior de creación, no material, que el hombre puede crear a imitación de Dios a través de la palabra. Así, no puede modificar la realidad según su voluntad (no al menos sin una aplicación técnica), por lo que este nivel inferior de creación coherente se manifiesta por la narración, o más concretamente, por el uso de la palabra (ya que el nivel de verdadera creación sólo lo posee la divinidad, en este caso, Dios). Así, se sale de lo empírico, de esa contaminación que desde mediados de la modernidad se tiene del mundo sensible, yéndose un paso más allá (con una excusa bastante platónica, todo sea dicho de paso). Así, la imaginación, la mente, es el motor de esta nueva realidad. Y la aceptación de dicha realidad, que mientras estés absorto en ella lo es, viene a ser lo que se conoce como fe secundaria. La creencia de que lo que se lee es real al estar absorto en la lectura, creyendo pertenecer a esa realidad que genera la lectura y la imaginación es lo que termina de dar coherencia al asunto, ya que si tienen elementos que encajan de nuevo genera una validez que traslada a un mundo que puede llegar a ser tan válido como el real, proque tiene su explicación lógica (dentro de nuestros parámetros de la lógica, claro está).

Esta entrada al idealismo está mejor estudiada en la obra de otros autores e incluso en algunos artículos de crítica literaria y filológica de Tolkien (recordemos que Tolkien era filólogo, profesor de anglosajón en Oxford y de lenguas nórdicas en Leeds). Así, a pesar de estar en contra de la mitlogía comparada de Max Miller o de tomar prestados términos técnicos de W. Morris y George McDonald, cuya influencia fue decisiva, se crea una poesía, un mito que, al ser una concepción idealizada de la imagen real, se consigue que sea más cercano al concepto que la propia realidad. Por eso, según estos preceptos, Pegaso es más real que un caballo del campo, pues cumple los requisitos y el precepto de la "caballidad", utilizando el mismo ejemplo de Eduardo Segura. Así, el mito pervive como la imagen que se tiene de la realidad, consiguiendo una coherencia general entre ideas que forman una nueva realidad. Y esto hacía funcionar las mentalidades de antaño (espero que todo esto algún día me sirva para hacer algún ensayo de la categoría de Los reyes taumatúrgicos, pero no creo).

En fin, y esto es todo por mi parte por hoy. Debo reconocer que muchas cosa debo de haberlas explicado con pinzas o directamente mal, así que perdonen las molestias y sobre todo mi incompetencia, pero pretendía dar una visión muy general, dejar un par de ideas explicadas y aportar ese horrible filtro que es mi opinión (cosa que, sinceramente, no puedo evitar, simplemente porque sería ir en contra de la propia naturaleza humana, y eso todavía no he aprendido a hacerlo). No sin antes, agradecer generosamente a toda esta gente, amigos y conocidos vinculados al mundo de Tolkien que he hecho más o menos a partir de marzo de este año, que han contribuido a aumentar mi interés por la obra de Tolkien y a profundizar y conocer muchos otros aspectos teóricos y filantrópicos vinculados a su estudio y disfrute. Así que sin más dilación, me despido y hasta la próxima entrada, que espero que no se haga tanto de rogar (que aún me queda pendiente alguna reseña de película). Nos leemos.