sábado, 2 de julio de 2011

Kick Ass: ¡patead traseros en nombre del bien!


Más bien "que el culo del bien sea pateado", pero me apetecía parafrasear a uno de esos héroes de infancia del Baldur's Gate. Contextualizando, hace unos días quedé con unos compañeros de clase para ver una peli y echar el día en un momento de ésos que tienes un respiro entre exámenes y decidimos ver la película basada en el cómic de Mark Millar (al que se le recuerda por otras obras como Wanted!) y John Romita Jr. (éste colaboró, al guion de Michael Straczyncki, con una relectura totémica de Spiderman a principios de la década del 2000. Por cierto, debería seguir ese hilo argumental de The Amazing Spiderman, estaba bastante simpático) del mismo nombre.

La película, con sus más y sus menos, era bastante divertida, con momentos bastante estrafalarios pero también con otros de flipadura de envergadura muy holgada. Este tipo de películas dejan buena impresión siempre y cuando no hubieras leído el cómic, como en mi caso. Ahora bien, me decidí a leer esta semana el cómic (sí, debería haber estado estudiando, pero eso a quién le importa ahora) y madre mía. La película casi que es un bucólico cuento de hadas en comparación con la mala uva demostrada por algunos cambios más o menos puntuales que diferencian tanto el cómic como la película. Y es que la película se ha visto muy edulcorada con respecto al cómic, con mucha, pero que mucha más mala leche, sobre todo enfilándose en el final.

Entremos en materia: ¿nunca os ha dado por pensar por qué la gente quiere ser famosete de tele o futbolista, personas que no aportan a la sociedad pero cuyo poder adquisitivo es elevado y tienen un estatus de consideración mayor aún si cabe; en vez de un bienhechor enmascarado? Fácil, pues esos personajes con superpoderes que salvan a viejecitas o derrotan a pérfidos supervillanos defendiendo la justicia son pura ficción. Es más factible llegar a ser Belén Esteban si juegas bien tus cartas que una especie de Batman o un Superman. Triste pero real. Ese mismo pensamiento le vino a la cabeza al joven protagonista de esta aventura, que se topa con la horma de su zapato cuando decide convertirse en un justiciero anónimo enmascarado y lo único que hace es recibir palos. Y que palos (como que le mandan al hospital y acaba con varias placas en la cabeza y algunos nervios machacados). Curiosamente, tratando de ayudar a la gente se mete en líos con la mafia neoyorkina y le salva el trasero una niña con espadas y también enmascarada que es ayudado por otro individuo con un antifaz sobre su rostro. De esta forma, la mafia trata de desembarazarse de ellos y empiezan a pasar cosas mientras el joven vestido de buzo verde decide si seguir con sus jueguecitos de superhéroe o tratar de encauzar su vida, típica de chaval de clase baja en medio de una gran ciudad estadounidense (posiblemente, uno de los puntos fuertes de estas series, especialmente las de Marvel, es poder apreciar muchas situaciones que se ven en los barrios bajos del centro de estas macrourbes).

Entrando ahora en los matices y en algunas apreciaciones personales apreciadas entre cómic y película que pasan por el filtro de esa extraña moral yanqui que suelen tener las adaptaciones a la gran pantalla, me permito unas cuantas observaciones que no dejan de ser curiosas. Lapelícula, por así decirlo es... políticamente más correcta. No me refiero a palabrotas ni a aspectos soeces, pues hay algunos que están calcados al cómic (en especial, en la primera parte, que son prácticamente desarrollos paralelos). Aun así, se puede ver que mientras que en el cómic los barriobajeros que le pegan su primera paliza a este nuevo héroe de las calles son una panda de chavales negros con pinta de raperos gamberros, apreciamos en la película un cierto mestizaje. Desde luego, queda más ligado a la realidad el aspecto del cómic, pero bueno (son matizaciones menores, tanto de realidad social como de la propia percepción de la imagen de la sociedad americana, no sé si esa idea aburguesada que se debe de tener de esos barrios marginales). Luego también, a raíz del hecho del que se hizo famoso, una pandilla de puertorriqueños en mitad de ese barrio que le atizaban a alguien que huía de ellos quedaba como "explicitada" o al menos sin dar lugar a la mención de ello en la película. Son cosas así, la cuestión racial en EE. UU. es "serious bussiness" o, como lo llamo yo, un trauma nacional no superado aún a día de hoy.

Ahora entremos en spoilers (avisados estáis) por la diferencia entre lo edulcorado y pasado por esa épica barata yanqui de la película y lo delirante y tremebundo del cómic. Para que el protagonista termine de darte la sensación de estar completamente jodido al final del segundo, más que nada, al cual no le queda ni vida como persona normal ni como superhéroe, dándote a entender que eso de practicar la justicia por tu cuenta y riesgo es una putada mayúscula. De ahí que nos vendan a Big Daddy, el papá de la chica que se mete unos mecos exagerados, como otro friki aburrido que se montó un pasado ficticio (que hacen realidad en la película... con Nicholas Cage además haciendo de este individuo) como madero puteado por la mafia, que mataron a su mujer y se lleva a su hija para establecer una venganza. La verdad es que cuando te das cuenta de todo eso te quedas como un poco impactado (sobre todo viendo todo el berenjenal que tiene montado, pero más que nada por la niña). Y ese desenlace de confesiones que lo único que hace es tirar más aún por la borda las aspiraciones y esperanzas de un protagonista ya de por sí machacado por la vida... pero en lo que coinciden tanto película como cómic es en ese final tan abierto y con tan, tan mala leche de Bruma Roja aún acechando.

En definitiva, tanto la película como el cómic están bastante bien. El cómic es de lectura rápida y la película muy amena, así que para una tarde de diversión puede hacerse el combo pack entre ambas. Hasta aquí el pescado vendido por ahora, a ver si me animo y escribo otro ratillo más, aunque ea durnate el fin de semana. Hasta otra entrada.