viernes, 19 de noviembre de 2010

We're talking about Tolkien

Hola buenas qué tal. Retomo la cosa esta más por vergüenza que por otra cosa. Acumulación de ideas y reseñas que se llama, más bien. Pero ni ganas ni tiempo de ponerme con ello un día. En fin, hoy nos toca hablar de un montón de terminología que he ido aprendiendo desde que me dio por juntarme con la gente de la STE (Sociedad Tolkein Española), concretamente en la smial (o sea, la reunión) de Granada, llamada Minas Tirith (por razones más que evidentes, o si no os suena, iros a Jesús del Valle, subid el monte y vislumbrad la imagen del Albaicín al atardecer) cuyo blog tengo en el apartado de enlaces/blogs de interés personal (el de gondorianos) donde se recopilan las actividades y talleres que se realizan en las actividades de dicha smial.

Pues desde una vertiente bastante variada, se aborda una visión de estudio de lo que viene a ser la obra de Tolkien y sus inspiraciones e influencias, entre otros aportes más lúdicos. En definitiva, dedicación al análisis de todo lo que está relacionado con Tolkein y su mundo elaborado, desde lo más profundo de su filosofía hasta el más simple de los juegos, pasando por actividades de senderismo en la montaña y lecturas de todo tipo. Y precisamente de lo primero que he comentado será en lo que me centraré. Tenemos la verdadera suerte de convivir con Eduardo Segura, un verdadero especialista en la figura del profesor de Oxford, que dedica su trabajo al análisis de la obra y vida dde Tolkien desde una perspectiva literaria, filosófica y biográfica (es autor, entre otros, de El mago de las palabras, biografía del susoc¡dicho que amablemente me firmó hace unos meses a pesar de haberlo leído hace unos siete u ocho años durante la ESO).

Así, mi interés por la obra de este sudafricano afincado en la Gran Bretaña aumentó, hasta tal punto de ponerme a hacer algo que ya había descartado por esa horrible vertiente neopositiva que inundaba mi mente hace escasos años, leerme su obra magna: El señor de los anillos. El redescubrimiento de esta obra es sin duda uno de los acontecimientos más interesantes de mi vida reciente (a pesar de que ahora lo tengo bastante estancado por razones de fuerza mayor y no tan mayor). Pero gracias a ello tengo una nueva fe en lo que es leer algo más aparte del género ensayo. Según Tolkien, esta obra es la traducción de unos textos anglosajones escritos por el cronista Aelfwine (en anglosajón, "el amigo de los elfos") que narraba la historia de unos tiempos anteriores en los que se desarrolló un curioso proceso histórico (por utilizar una terminología técnica de mi deformación profesional y seguramente bastante poco acertada) que dio lugar a la narración que aquí se nos presenta.

Visto de esta manera, abordaremos a partir de aquí todo eso que me llamó poderosamente la atención, como el concepto de subreación, de fe secundaria y otros cuantos más. Basándonos en unos importantes principios teóricos referidos a la literatura y la filosofía principalmente, tenemos que tener presente siempre que lo más destacado es el mantenimiento siempre de una coherencia interna entre todos los elementos que componen la obra mítica de Tolkien. El desarrollo de una historia y una crónica de esa historia fundamentada en los idiomas que iba inventando no ofrece más que un destacado ejemplo de cuán genial llegaba a ser este hombre. La base fundamental de toda su obra es mantener esa interconexión toponímica y filológica, sobre todo de nombres. Así, el elemento fundamental que debe dar consistencia a la obra es el de creerse su propia invención para que todo encaje como si se tratase de un pentominó. De esto pasamos al concepto de subcreación, de vital importancia. Pasado por un filtro cristiano, la subcreación consiste en un nivel inferior de creación, no material, que el hombre puede crear a imitación de Dios a través de la palabra. Así, no puede modificar la realidad según su voluntad (no al menos sin una aplicación técnica), por lo que este nivel inferior de creación coherente se manifiesta por la narración, o más concretamente, por el uso de la palabra (ya que el nivel de verdadera creación sólo lo posee la divinidad, en este caso, Dios). Así, se sale de lo empírico, de esa contaminación que desde mediados de la modernidad se tiene del mundo sensible, yéndose un paso más allá (con una excusa bastante platónica, todo sea dicho de paso). Así, la imaginación, la mente, es el motor de esta nueva realidad. Y la aceptación de dicha realidad, que mientras estés absorto en ella lo es, viene a ser lo que se conoce como fe secundaria. La creencia de que lo que se lee es real al estar absorto en la lectura, creyendo pertenecer a esa realidad que genera la lectura y la imaginación es lo que termina de dar coherencia al asunto, ya que si tienen elementos que encajan de nuevo genera una validez que traslada a un mundo que puede llegar a ser tan válido como el real, proque tiene su explicación lógica (dentro de nuestros parámetros de la lógica, claro está).

Esta entrada al idealismo está mejor estudiada en la obra de otros autores e incluso en algunos artículos de crítica literaria y filológica de Tolkien (recordemos que Tolkien era filólogo, profesor de anglosajón en Oxford y de lenguas nórdicas en Leeds). Así, a pesar de estar en contra de la mitlogía comparada de Max Miller o de tomar prestados términos técnicos de W. Morris y George McDonald, cuya influencia fue decisiva, se crea una poesía, un mito que, al ser una concepción idealizada de la imagen real, se consigue que sea más cercano al concepto que la propia realidad. Por eso, según estos preceptos, Pegaso es más real que un caballo del campo, pues cumple los requisitos y el precepto de la "caballidad", utilizando el mismo ejemplo de Eduardo Segura. Así, el mito pervive como la imagen que se tiene de la realidad, consiguiendo una coherencia general entre ideas que forman una nueva realidad. Y esto hacía funcionar las mentalidades de antaño (espero que todo esto algún día me sirva para hacer algún ensayo de la categoría de Los reyes taumatúrgicos, pero no creo).

En fin, y esto es todo por mi parte por hoy. Debo reconocer que muchas cosa debo de haberlas explicado con pinzas o directamente mal, así que perdonen las molestias y sobre todo mi incompetencia, pero pretendía dar una visión muy general, dejar un par de ideas explicadas y aportar ese horrible filtro que es mi opinión (cosa que, sinceramente, no puedo evitar, simplemente porque sería ir en contra de la propia naturaleza humana, y eso todavía no he aprendido a hacerlo). No sin antes, agradecer generosamente a toda esta gente, amigos y conocidos vinculados al mundo de Tolkien que he hecho más o menos a partir de marzo de este año, que han contribuido a aumentar mi interés por la obra de Tolkien y a profundizar y conocer muchos otros aspectos teóricos y filantrópicos vinculados a su estudio y disfrute. Así que sin más dilación, me despido y hasta la próxima entrada, que espero que no se haga tanto de rogar (que aún me queda pendiente alguna reseña de película). Nos leemos.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Simplemente, bravo.

Y que yo también quiero una asociación Tolkien al lado de mi casa T_T

Anónimo dijo...

Lágrimas (positivas, que no positivistas) como puños.
Desde hace una semana y hasta hoy no había podido pasarme por tu blog y me encuentro esta entrada tan genial. A veces todo cobra sentido.

M.

Paco Martín Blázquez dijo...

@Baha: mira a ver en la página de la STE a ver si en tu ciudad de residencia hay alguna smial de la misma.

@Mandos: muchas gracias, aunque creo que me he dejado algunas cosas por el camino, aunque he tratado de dejarlo todo lo más correcto posible.

A ver si me da por hacer algo sobre lo que aprendo de literatura, audiovisuales y lenguas un día de éstos.