jueves, 6 de enero de 2011

Rebelión en la granja (G. Orwell)


Antes de nada, feliz año nuevo a todo el mundo. Ya tocaba después de mes y medio retomar esto. Pues raro en mí, he decidido romper mi (estúpido) tabú de no leer más de dos o tres novelas al año. Así que me toca empezar ya con todas esas que dejé colgando por una razón u otra. Y ésta es una de las primeras, más que nada, por cortita. Contaminado por toda la parafernalia de estudios de violencia (popular) reprimida con más violencia (estatal), pues qué mejor manera que leer esta curiosa a la vez que desgarradora y cruelmente verdadera visión del funcionamiento de una revolución (en este caso, metáfora más que evidente de la rusa) a modo de fábula. Porque, empecemos a puntualizar, es una fábula. Los animales hablan, actúan y son los protagonistas. Además, tiene un alto contenido moralizante y una enseñanza que transmitir. Es como las de Esopo pero trasladada a la primera mitad del siglo XX, esa gloriosa época de decadencia europea que tanto me fascina por su pensamiento negativo justificado por los dos mayores acontecimientos bélicos de la historia de la humanidad.

Nos encontramos en una granja cualquiera de la Inglaterra de esa época. En una noche como otra cualquiera, un cerdo promulga un discurso que cambiará la mentalidad de si no todos, la gran mayoría de los animales: no pueden estar supeditados al hombre. Así, provoca una reacción en cadena: los animales se levantan contra la opresión de sus dueños hasta hacerse con la granja, siguiendo una serie de ideales simplificados a manera de "Cuatro patas sí, dos patas no", como balan sin cesar las ovejas. Así, estos animales comienzan a organizarse en la granja con la colectivización de la producción, a defenderse de la invasión de los humanos... y empiezan a surgir las diferencias. Tras la muerte de Mayor (el gran cerdo que incitó a los animales a encontrar sus derechos, al que yo veo como una especie de Marx-Lenin) antes de iniciar la rebelión, toman el poder dos inteligentes cerdos (Snowball, más reformista y dedicado a solucionar los problemas, desde la perspectiva de Orwell es un Trostky) y Napoleón (más autoritario e impulsivo, evidentemente, un Stalin). Así, mientras se peleaban por esto y por aquello, finalmente toma cartas en el asunto el cerdo Napoleón y obliga a Snowball a marcharse. Desde entonces, impone mano dura en un gobierno de cerdos en la granja, que acaba desembocando en muchos problemas y donde los pobres animales son seducidos con promesas y convencidos de que las cosas marchan bien porque los cerdos así lo dicebn. Y no es más que una excusa para mostrar lo aprovechados que son esos cerdos para con el resto de sus semejantes. Así, van progresivamente dándose títulos, beneficiándose de las circunstancias y cambiando todos los ideales que en un principio tenían todos.

El mensaje del libro es sin duda alguna desolador. Pero la maestría y la desfachatez con que los símiles se ven y con la crudeza con que se muestra, lo directo que es, sin duda sirve para reflexionar sobre los errores que por aquel entonces (hacia 1945) el régimen de la URSS estaba implantando en todo su territorio y de una forma expansionista. Esta fábula es una metáfora del régimen estalinista, con un dirigente, un querido líder, del cual sólo puedes apreciar lo súmamente pérfidas que son sus intenciones de fondo aunque intente camuflártelo. Aparte de esto, se pueden encontrar con todos los personajes y situaciones símiles más que contundentes con todo lo que ocurría en la Rusia sovietista. Aunque unos son, sin duda, más directos que otros.

Este libro es una locura, es una cosa que conforme vas leyendo, más pena sientes. Es la historia de una frustración, el avance de algo que pudo ser pero que no fue. Sin duda es desalentador, y si me ha resultado terrible es en el sentido de su propia terribilidad. Cuenta sucesos muy tristes, tristes pero que es así como funcionan las cosas, sin que nadie haga nada por cambiarlo, bien por apatía, porque está bien como está, porque le conviene esa situación o porque te convencen de que dicha situación es la correcta, o que las cosas son como son y ya está. Demasiadas relecturas. Mucho más podría sacar de esto, pues conforme iba leyendo iba percátándome de muchas cosas, la explicitez de la obra es uno de sus rasgos más característicos sin duda, contundente como ella misma. Se nota que este hombre pasó por lo que pasó durante la guerra civil española (recordemos que el POUM, partido con el que simpatizaba, era de corte trostkista). Sin duda no habrá que perderle la pista. A ver qué tal están Homenaje a Cataluña y 1984. En fin, no me explayo más, que como he dicho, son muchos los puntos que se podrían comentar al respecto, pues cada frase prácticamente es digna de un comentario por sí solo. Nos seguimos leyendo, espero que en breve...

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