miércoles, 6 de abril de 2011

VIII Coloquio internacional Visiones y revisiones de las independencias americanas (23 de marzo - 25 de marzo de 2011, USAL)

Oh, una entrada. Sí, sé que iba ya para tres meses, pero en fin, más vale tarde que nunca. Si vengo a escribir algo aquí es precisamente porque he tenido una de las experiencias más alentadores y por qué no, más satisfactorias desde que empecé a estudiar esta dichosa carrera de Historia. Sí amigos: fui invitado a dar una pequeña charla (que apenas duró un cuarto de hora para regocijo del público) relacionada grosso modo con lo que ando trabajando para un proyectillo de investigación (el cual ya me cansé de mencionar en otros momentos y lados).

Para empezar, contextualización: en la Universidad de Salamanca, cada dos o tres años organizan, desde 1998, un coloquio internacional dirigido por los profesores Izaskun Álvarez Cuartero y Julio Gómez Sánchez sobre temas de independencias americanas. Como da la puta casualidad de que mi trabajillo de investigación de una beca propia de la universidad iba de eso y de que este año se celebraba el coloquio, pues me comentó una becaria del departamento que buscaban ponentes. Ingenuo de mí, accedí a ofrecerme. Me dieron sitio y hale, a la aventura salmantina.

Eso mismo digo yo, una aventura de investigación. O al menos, de suedoinvestigación. Decidí tirar por algo cercano a lo que estaba trabajando (de lo cual ya llevaba leído lo suyo) y me enfrenté a la Real Audiencia de Ciudad de México en esos años convulsos. Mi presentación iba sobre represión y uso de la violencia por parte de este organismo novohispano en el cual, oh sorpresas de la vida, estaba un granadino dando caña por ahí. Y tanta caña que dio, pues casi que fue el que firmó la sentencia de muerte de José María Morelos. Así que me tocó meterle caña al asunto y, después de los exámenes, ponerme manos a la obra. La verdad es que el trabajo ha sido bastante fatigoso y complicado porque me ha pillado muy de nuevas y ha resultado bastante mediocre, con lo que tendré que matizar algunas cosillas y reelaborar otras ideas.

La expedición, tras terminar casi a úlima hora todos los preparativos (matrícula en las jornadas, presentación power point y demás) empezóel martes 22 de marzo. Salí dirección a Madrid y luego de allí, escala en casa de mis tías y a darse el rondo castellanoleonés. Hospedado en un hostal cercano al centro (muy cómodo y el cual me enganchó cosa mala al canal Boing!... ¡hacía años que no veía Totally Spies! o Dragon Ball Z!), establecido como campamento base, me dediqué a deambular el primer día para hacerme al cuerpo del terreno. Al día siguiente, llegué a la facultad sin saber dónde había nada, hasta que me encontré con los organizadores (todos ellos una gente cojonuda, todo sea dicho de paso) y ya amablemente me atendieron con esto y lo otro. Así, pasaron las horas, con interesantes conferencias... hasta más o menos las siete y pico. Oh problema.

La cosa es que preparé una exposición de unos veinte minutejos, pero cuando me dijeron que tenía diez minutos se me vino el mundo un poco encima. Además, fallaron dos de los ponentes que estaba en la mesa de comunicaciones conmigo (bueno, a uno le dieron una poresentación completa... y fue magnífica) así que me puse a temblar en el último momento. Además, la intervención anterior de doña Ascensión Martínez Riaza, catedrática y directora del departamento de Historia de América I de la UCM me terminó de acojonar vivo. Así pues, respiré hondo, agradecí... y al lío. Tartamudeé en bastantes puntos y los lapsus no hacían más que aflorar. La verdad es que es todo un cambiazo el pasar de ver desde arriba a abajo a los ponentes de la mesa a ser tú el que ve las caras de atención de los cuatro gatos de primera fila y toda la gente a otra cosa arriba en las bancas de los alumnos. No sé si causaría buena impresión, pero yo no me siento especialmente satisfecho con mi trabajo ni mi exposición. Era mejorable en muchos aspectos y me faltaba ritmo y confianza en mí mismo. En fin, pequé de pardillo en esto y al final... me cayó una buena reprimenda de la antes mencionada catedrática (pero por asuntos meramente profesionales, los cuales luego justificó dándome consejos y mencionando a autores que había mencionado previamente durante mi charlilla).

En definitiva, la experiencia fue muy enriquecedora. Conocí a mucha gente, tanto organizadores como ponentes invitados, incluso a alumnos o amigos de la organización, que me dieron ánimos a seguir en esto y muchos consejos y anécdotas que recordar con cariño. Lo dicho, que me quiten lo bailao. El resto del coloquio se pasó volando, porque tenía intervenciones realmente interesantes y que te daban muchas ideas y nuevas p'erspectivas para abordar todo tipo de temas relacionados con las independencias, el liberalismo hispánico de la primera mitad del siglo XIX y otros aspectos variados de una época que me ha caído más de rebote que de otra forma para investigar (reconozco que nunca me gustó demasiado La Pepa, pero las circunstancias mandan).

En fin, esto me ha servido para establecer un primer contacto con el mundo profesional de la Historia, con gente de las más variadas procedencias y qué demonios, para engrosar un poquito mi incipiente currículum extraacadémico. Pero bueno, como bien está lo que bien acaba, decir también que después de todo esto me fui una semana de crucero por el oriente mediterráneo... así que no me puedo quejar. Salvo por la acumulación e trabajo que se me ha hecho en estas dos semanas, pero bueno, es lo de menos ahora mismo. Ya me tocará hacer un breve repaso de toda esa movida que resulto en ese rascacielos sobre las aguas que era la nave Zenith. Así que por lo pronto, nos leemos en próximas entradas, que espero que no tarde casi tres meses como ésta.

Ah, y se me olvidaba, el tríptico del coloquio por si a alguien le interesa.

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