
JP es un conductor de carreras a lo Wacky Races pero más exageradas e intergalácticas, con todo tipo de movidas extrañas que suceden en las mismas. Así, pelea para clasificarse en la gran carrera espacial, la Redline, pero su compañero de equipo y encargado del diseño de su vehículo Frisbee está liado con la mafia y tiene que amañar las carreras. Por eso, pierde la oportunidad de clasificarse, pero debido a la retirada de otros pilotos que aseguraron su pase, entra en la gran carrera. Así, ha de viajar a Roboworld, una especie de utopía tiránica que esconde algún que otro secreto militar que la retransmisión de la carrera podría desvelar. Así, vemos la preparación y la carrera de por sí. Todo muy trepidante, además, aderezado con buena música y una animación acojonante.
Así es como yo lo definiría: japoniza Wacky Races (esa entrañable serie de Hannah & Barbera que todos veíamos de pequeñajos por la tele antes de ir al cole y que ahora echan en Boing. Aunque reconozco que se echa de menos un Pierre Nodoyuna y a su colega Patán) y métele movidas del panorama scifi japonés que no tiene nada que envidiarle a las cosas de Gainax con participación del Imaishi. El animador Takeshi Koike está detrás de todo esto y un Madhouse espectacular en la calidad de la animación nos deleitan con una película de carreras y un prota a lo Grease que va desinflándose argumentalmente pero que mantiene una intensidad y unos niveles de flipadura atronadores visualmente. Y cómo no, no podía faltar el cameo de nuestros queridos amigos Trava y Shinkai, a los que ya conocimos en la OVA antecesora. Ojalá hagan algo más referido a este universo, porque es muy explotable y está bien majo. Y contad con que en Tanoshii probablemente nos la apuntemos a esa larga lista de proyectos que querríamos y nunca sale pero nos meten en sustitución otra temporada de Hidamari Sketch. En fin, nos leemos.
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