domingo, 13 de abril de 2008

Viaje a Priego y Alcalá la Real (11/04/2008)


En fin. No todo en esta vida es agradable. Y desde luego, este viaje de eso tuvo más bien poco. Sobre todo teniendo en cuenta que es la princial causa por la que me perdí un viaje este fin de semana a Jerez para ir al salón del manga con la gente de Koi-Nya. Pero bueno, así he podido dedicarme a otros menesteres que ya he ido mencionando anteriormente, pero que por ahora son secreto de estado del blogger. En fin, no ha compensado realmente el fin de semana, y más porque éste quería tomármelo como el último antes de entrar en modo hikikomori y desahuciarme y desvivirme hasta julio por y para la carrera. Y es que este modo de vida no debe ser sano, así que me he impuesto unas jornadas de tranquilidad incluidas también en las que me dedicaré a dejaros "regalitos" con bastante irregularidad. Alguons ya saben lo que es, pero... Prefiero mantener el secreto.

Bueno, a lo que vamos, que me enrollo como las persianas y no veas la que monto. En fin, de nuevo madrugón, y sacrificar un punto en la optativa de arqueología medieval, porque también teníamos ese mismo día una salida coincidente en mismo punto de partida a la misma hora, pero dirección Lorca (Murcia). En fin, el día anterior evidente mosqueo del profesor, contribuyendo a mi comida de mollera posterior si ya cabía, bastante grande por el planteamiento de cómo iba a conjugar el ir a Jerez con todos estos menesteres. Finalmente desistí, y asumí mi situación. Es lo que hay que saber hacer en estos casos, si no, estamos apañados. Y dejándome de lamentaciones por fin, retomo la narración.

Fue prácticamente algo similar al viaje de la semana anterior a Úbeda y Baeza, salvo que esta vez nos dirigíamos a las poblaciones cordobesa de Priego y a la jienense Alcalá la Real. Nuestro primer destino era la ciudad cordobesa, a la que llegamos pasadas las diez de la mañana. Tuvimos un rato para desayunar (y es divertido hacer un "Dirty Sánchez" durante el desayuno con el chocolate espeso de los churros), y nos orientó por la ciudad el agradable señor Enrique, hijo predilecto de Priego. Un tipo muy simpático que se merece mis respetos. Nos mostró un hueváncano de iglesias y lugares sorpresivos de la ciudad (fuentes de vírgenes, casas de caciques, plazas... Todas ilustres, claro está). Pero lo que yo opino que realmente mereció la pena fue el castillo. Una fortificación medieval bastante deteriorada pero que era muy agradable de visitar, y que desató en todos los presentes la vena positivista, haciéndonos recrear patéticamente un asedio mientras recorríamos los corredores de la muralla (y foto mía porque mi ego me lo exige). En fin que en alto de la torre del homenaje me eché esa foto que parece tan emo que tenéis ahí arrriba (y eso que pretendía quedar como Lelouch... Vaya fracaso; y vaya aire que corría). Después del castillo, recorrimos otros pocos lugares y finalmente nos aposentamos para comer.

Fue entonces cuando empezó """lo mejor""" de la jornada, y es que empezó a llover. Literalmente, cuando nos dirigíamos a Alcalá la Real, empezó a llover con intensidad. Conclusión: nos quedamos sin ver el castillo de la Mota, plan original del viaje. Dos palabras: epic fail. Y para consuelo, pues nos toca recorrer con la lluvia el casco urbano de las iglesias barrocas y neoclásicas de la ciudad. Un señor coñazo, ni siquiera eché fotos. No hacía más que preguntarme qué hacía en ese lugar en vez de preparar la maleta para pasar un buen fin de semana. Cuando por fin se acabó lo que se daba, volvimos a Granada, y ahí acabó el día, proque el único autobús a Jerez salía a las 18:30, y llegamos rondando las 19:15. Llegué a casa, me relajé, y como viene siendo costumbre, hasta las 4 de la mañana haciendo mis menesteres.

Pues eso, que aunque ya tenía visitado el castillo de la Mota (aunque en verano, invadido por los hippies del EtnoSur), nunca viene de más darle un repasito, como la Alhambra. Pero otra vez será, me temo. Y otra vez será también el ir a Jerez...

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