lunes, 29 de octubre de 2007

Ataque crónico de melancolía I

Últimamente estoy muy actualizador. Y más que voy a estarlo. Tengo razones para ello. Y por eso en vez de hacer los deberes, toco el violín. Suena mal, evidentemente, pues estos ataques repentinos no suelen ir muy cargados de inspiración. Es, digámoslo así, algo desagradable, una de esas sensaciones que te hacen sentir chof. Una señora leche, vamos. Mañana madrugo de nuevo para soportar los arrebatos de prepotencia del magnífico pero a la vez fatídico profesor de historia moderna universal. La demografía tiende a ser mala si la dicha no es buena, pero peor es buscar palabras arcaicas en un texto de época sobre la peste. Y según él, a saber siquiera si era una epidemia de peste...

En fin, que cualquiera que se pase por aquí y lea (apuesto a que el 10% de la gente que entra aquí) se pensará cualquier cosa. Aún no tengo localizados muchos lectores asiduos. Pero esporádicos, casi todos. Total, a quién le importan mis cruces de cables, si no doy más que disgustos en forma de pedantería... eso sí, intentaré no abrir debates, puesto que veo que no están muy bien vistos. Habré de preguntar en otros blogs más exitosos cuál es su secreto...

Bueno, creo que he de justificar esta incisión para que parezca que por lo menos hago algo con la vida aparte de subnormalidades cuando salgo de botellón y no bebo una puta gota. Y no, no voy a comentar una serie de anime. Más que nada, porque últimamente no he terminado ninguna. Empezadas tendré como 12 ó 13, pero de aquí a que las termine... Pues eso. En fin, retomando la idea originaldel tema hoy, me temo que toca hablar de memoria histórica. Sí, ya que como últimamente parece estar de moda entre los políticos, pues me he dicho: "no voy a ser yo menos". Y heme aquí, con mi propia teoría. Bueno, no. Todo esto viene derivado de la clase de movimientos sociales de hoy. Cada vez la disfruto más. Creo que, sin lugar a dudas, es la mejor asignatura que he tenido en mi vida. Bueno, tiene serias competencias con varios profesores de historia contemporánea de España, pero definitivamente, no creo nunca alguno me haya llegado tan hondo. Bueno, quizás el profesor de Geografía del instituto, que era otro de los grandes hombre que marcan el devenir de las personas.

Bueno, pasando de melancolías (que me cuesta hoy, me cuesta) me centro en el tinglado de la memoria histórica. ¿Qué entendemos por memoria histórica? ¿Rojos agraviados en sus tumbas? ¿Injusticia producto del adoctrinamiento de una época? ¿El Valle de los Caídos? Bueno, sí, un poco de todo. Pero eso suena indiferencte en estos momentos. Yo quiero concienciarme de que esa ley me va a afectar, pero no puedo evitar pensar que es propaganda electoralista. Como toda ley: yo promuevo esto, y lo hago mal y vcuando me venga en gana mientras me votes. Es una realidad cotidiana, para qué engañarnos. A ver: resulta que el profesor de movimientos sociales, catedrático de historia contemporánea y ex-rector de mi facultad, pues está como presidente de un curso sobre la memoria histórica que se hará a finales de noviembre, que está muy, muy, muy, pero que muy bien. Plagado de víctimas y personalidades, con un contenido que con solo verlo emocionaría a cualquier seudohistoriador en potencia como yo (o no, eso depende). Pues eso, debido a una serie de carteles aparecidos en los panfletos de información sobre el curso, ha pillado un rebote, y nos ha contado una bonita historia. Una preciosa historia, debo matizar. Conociendo la historia de hombres como éste, vuelves a tener fe en la raza humana que la gente que sale en los telediarios suele quitarte. Resulta que un interventor en la clase ha exaltado la figura nostálgica de la defensa de la democracia y del rpogreso en un difícil periodo como fue la "inmaculada" Transición, ejemplo idealizado de transición política, pero que conllevó una evidente dificultad. Las aberraciones verbales que soltó dicho sujeto casi me hacen levantarme, de mi estado, muy emocionado por las palabras del profesor, a la exaltación de estar escuchando unas necedades bastante, y digo bastante impactantes. No puedo llamarlo de otra forma, lo siento por ese tipo, pero lo que dijo no me resultó, ni mínimamente acertado para el contexto en que lo dijo, ni nada. Y eso. Que deberíamos haberle aplaudido, pues se lo merecía, joder. ¡Y vaya si se lo merecía!

Bueno, eso es el punto uno... sí, hay todavía más, ¿qué pasa? Este es mi blog y escribo lo que me da la gana (auqnue así no vaya a conseguir más lectores :P). Pues nada, llego a casa, y desvelo el caos desatado en uno de mis entornos sociales más frecuentados: ha estallado la revolución en AU. ¿Y esto a quién le importa? Pues a mí. Las normas están para saltárselas, diría cualquier anarquista. Seamos serios, soy hombre de Estado. Me explico: partidario de un orden lógico y necesario de las cosas para que cada uno no haga lo que le venga en gana. Está bien solidarizarse y afrontar de esa manera la situación. Bien. Cojonudo. Pero no es lo más correcto. Es decisión de cada uno. No quiero parecer esquirol, pero la vertiente llevada a cabo no me aprece correcta, tanto por parete de los usuarios como de los administradores. Reconozco que llevo poco tiempo en comparación con muchos de estos usuarios, y que ellos entenderán mejor la situación. Pero sigo sin verle pies ni cabeza. En fin, la vida es así. Internet es libre, menos en China. Y no somos chinos en China (quitadle importancia a la generalización). En fin, a veces no sé ni lo que digo... Merecería defenestramiento por meterme donde no me llaman. En fin, siempre seré un idealista, y nunca entenderé al resto del mundo, y menos creo que ellos me entiendan a mí. Si todos pudiésemos ser amigos... Vaya cosa de mundo.

Pues eso. Hoy estoy en plan moñas. Demasiado. Creo que voy a seguir con los deberes antes de que empiece a llorar. Nos veremos en próximas actualizaciones, o en clase, o por mesenger, o de parranda, o dentro de 100 años cuando estemos ya bien muertos, o no.

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