viernes, 8 de mayo de 2009

Lo que hay que leer... ¿Y por cuál iba ya? Ah, VIII

Oh Dios mío. Han debido de alinearse los astros o algo de semejante envergadura... Pues casi. A pesar de que debería estar rematando una faena laboral, prefiero dejaros aquí una serie de impresiones que me surgieron ayer ojeando el periódico (todo sea por no estudiar). Bueno, después de haberme quitado de encima la parte de medieval de Historia de las mujeres, pues decido por fin retomar una de las más "exitosas" series de entradas de esta bitácora: Lo que hay que leer. Hace tanto tiempo que no actualizo que ya ni sé por cuál voy, pero bueno, podría mirarlo, pero por perrería... Hala, aquí va.

En fin, vayamos al tema. Resulta que ayer en ese archiconocido ex diario independiente de la mañana ahora periódico global en castellano (a.k.a. El País) hubo un par de articulillos que me llamaron graciosamente la atención. Uno de ellos se centraba en unas jornadas en Valladolid sobre la novela histórica. Resulta que en la feria del libro de dicha ciudad han llegado unos cuantos especialistas y catedráticos que se han pasado de las aulas a las novelitas, y bueno, dan explicación de un debate gracioso el cual ya presencié uno el año pasado, y que debo reconocer que disfruté bastante en su momento. Bueno, fue una mesa debate, no unas jornadas dedicadas. Yendo al grano, pues podemos decir que la novela histórica (que no las de esoterismos y cuartomilenismos bestselleriles, o incluso revisionismos fascistoides) es un género en auge gracias a figuras normalmente alejadas académicamente de la historia, peo que triunfa basatnte. Y todo es debido a la aridez de esos tochos semiinfumables que son tan apreciados para las tardes muertas del curso. Aunque luego te puedes topar con algunas sorpresilla que no sea tan dolorosa. En fin, lo que viene a decirse es que, ahora que están tan de moda, hay que aprovechar el tirón no para novelar la historia, sino para hacerla más accesible a través no de una novela de fondo histórico o una historia novelada, sino una novela, a secas, de las denominadas de "ficción histórica", adaptativas y bien documentadas (no los ingleses del s. XIII que comen patatas en esa fantasías del señor Follet) y todas esas movidas. Eso me está recordando también que, aun a pesar de mis escasos conocimientos sobre la vida cotidiana en el medievo, estoy disfrutando de los "horrores interpretativos" de algunos aspectos en una serie en la que sigo colaborando con el fansub, Spice & Wolf. Algún día dedicaré una reseñita a cuatificar, en comparación con la seudo Europa medieval que nos pretenden mostrar estos japos algunos anacronismos (el cual también se menciona que hay que evitar) y cagadas de cuño fuerte. Puede que hasta monte un doujin rancio al respecto, a saber. Tiempo al tiempo.

Otro artículo que me llamó poderosamente la atención fue el referido a la derechización de las ciudades en el viejo mundo. Ains, Europa se me hace vieja... Ya bastante sufrimos con esta especie de "comunidad de libre mercado interior pero no para fuera" y "planificadora de su economía" que es nuestra querida (o por lo menos, antes lo era) Unión Europea. Sé lo que me digo, no me escupáis, ya me justificaré algún día (aquí tenéis a un euroepísta convencido y ahora decepcionado, je). Pues parece ser que el miedo y la paranoia, el pasotismo de los inmigrantes y la salida de los jóvenes izquierdosos del ámbito urbano debitdo a la falta de vivienda está dejándonos a muchos conservadores pastando a sus anchas, y ponen como claro ejemplo de ello a Madrid. Los obreros tradicionales le alquilan sus pisos a los inmigrantes, los cuales llenan los colegios con sus descendientes (hasta de 34 nacionalidades distintas te puedes llegar a topar en un colegio, siendo el 90% del alumnado de origen extranjero). ¿Y le vamos a echar la culpa de todo a estas pobres gentes que ya han tenido bastante por irse de donde han tenido que salir, para sacar adelante a su familia que vive en el más profundo tercer mundo? Para nada. Si nos ponemos con el venazo Ortega Santos (me está contaminando seriamente este señor, al cual le dedico la entrada anterior para que también participe, si es que se pasa algún día) pues habrá que echarle el muerto a los cabrones de las constructoras que nos han inflado la burbuja inmobiliaria y nos ponen los pisos a hipotecas a 50 años (a este paso vamos a acabar como los japoneses en los 70, pagando la hipoteca en sucesivas generaciones) y a los malditos bastardos que nos lo ponen tan difícil para sobrevivir, como esas grandes multinacionales y esos putos bancos que se aprovechan de las malas coyunturas para sangrarnos todo lo posible y más. Fuck them all.

Después del venazo positivista y revolucionario, templémonos con una funesta pérdida que este ex diario independiente de la mañana y ahora periódico global en castellano nos ha brindado desde hace más o menos un mes: funestamente, el suplemento del domingo ha suprimido la sección con la que he crecido y he disfrutado cada fin de semana con él: el Pequeño País. Merecería la pena otorgarle un minuto de silencio. Francamente, encontré sumamente impactante que, tras más de veinte años de tradición de dejarnos ahí plantado un pequeño suplemento con varios cómics de los más diversos autores (como Hergé, Franquin, Azpiri, Daniel Torres, Max, Mique Beltrán, Uderzo, Bill Waterson y muchos otros que ahora mi memoria no alcanza a recordar) pues nos lo cercenen de esta manera. Y todo debido a razones que no sé si tragarme, pero todo apunta a la mutilación originada por el recorte de presupuesto (y eso que cada día el susodicho diario está más caro). Una auténtica lástima, gran parte de mis momentos de lectura de cómic juvenil se han forjado en las páginas de este suplemente que, poco a poco, ha ido decayendo hasta reducirse a cuatro tristes páginas con unas historias en decadencia progresiva (aunque, de vez en cuando, aparecía una bonita historia de los simpáticos Gus o Jorge, incluso de Natalia; de los siempre geniales Calvin y Hobbes, del irreverente Garfield o algún otro del montón) hasta dejarnos definitivamente sin ellos. Esperemos que de verdad sea un parón momentáneo, porque si no, sería una auténtica lástima, no sólo para mí, si no para todo el buen aficionado y para las generaciones futuras, que deberían dejarse de tanta consolita y echarle un vistazo a esas 4 páginas llenas de propuestas interesantes (salvo la página de publicidad y manualidades, que siempre sugerína chrraditas, pero bueno), pasatiempos infantiles y curiosidades que incluso a día de hoy no dejan de resultar bastante interesantes. Pues nada, ahora sólo me quedará el autodefinido para entretenerme los fines de semana cuando me dé por ojear el periódico.

1 comentario:

Zak dijo...

No puedo decir gran cosa sobre nada, excepto sobre el pequeño país. Un minuto de silencio, por favor.